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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La vuelta de Stravinski

La Orquesta Filarmonía de Londres, dirigida por Charles Dutoit (Lausana, 1936), ocupó el estrado del Auditorio Nacional dentro del ciclo Orquestas del Mundo, de Ibermúsica. El conjunto, fundado en 1945, estuvo moldea do por Furtwaengler, Toscanini, Karajan y Klemperer, entre otros, que lo convirtieron en una potencia sinfónica de primer orden. Quizá hoy no alcance semejante altura de nivel, pero, en cualquier caso, se trata de una orquesta espléndida por agilidad, calidad y plenitud sonora, lógicas si se tienen en cuenta los méritos individuales de cada instrumentista.Charles Dutoit lleva una carrera brillante y desde 1977 ocupa la cabecera de la Sinfónica de Montreal. Su repertorio es vario y nutrido, y sus grabaciones circulan por el mundo contribuyendo a difundir su nombre e incluso a la inflación de sus valores. Porque hay que decir que con un instrumento como la Filarmonía no se puede hacer menos de lo que Dutoit nos ofreció.

Orquesta Filarmonía de Londres

Director: Charles Dutoit. Solista: Ch. Juillet. Obras de Rossini, Stravinski y Berlioz. Auditorio Nacional. Madrid, 6 de marzo.

La obertura de Guillermo Tell, ese Rossini diferente, fue expuesta con criterio un tanto rudo y evidente discontinuidad, aunque al final, como durante todo su concierto, Dutoit usó y abusó de los fortísimos, lo que unido a una magnífica seguridad rítmica provocó grandes aplausos. Algo faltaba, sin embargo, del alma de Rossini: lo esencial que en toda composición estimable se oculta tras la superficie de la grafia.

La aparición, bastante tasada desde hace unos años, de Igor Stravinski en una obra como el Concierto para violín es muy de agradecer, ya que representa una de las mil caras del poliédrico Stravinski.

Genialidad

Escrito en 1931 para el violinista Samuel Dushkin, que lo estrenó en Berlín, la maestría, acaso la genialidad, del gran ruso se muestra en el concierto que estrenara entre nosotros la Orquesta Nacional, con Ernesto Halffter y Enrique Iniesta en 1943, y que supone un camino superador de la tendencia neoclásica sin llegar a abandonarla del todo. Sobre el conjunto se alza una extraordinaria parte violinística, virtuosística y de gran originalidad que discurre dentro de una continuidad enraizada con el clasicismo, pero con brillantez protagonista propia del concierto romántico.La violinista Chantal Juillet hizo maravillas de sonoridad, justa expresión, dominio técnico y criterio musical. Fue lo mejor de la sesión, pues en la Fantástica de Berlioz volvimos a los excesos y a la demagogia sonora, así como al olvido de los matices pianos, incluso en la escena campestre. Tras el ruidoso Aquelarre, las ovaciones se reprodujeron, bien las merece el maestro Dutoit y, sobre todo, la Orquesta Filarmonía.

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