Un gigante sin timón

:, Perrier, el gran gigante del agua, controla el 41% del mercado francés, el 28% del británico y el 20°/a del norteamericano. Sin embargo, la empresa, como le ocurre a la propia BSN, funcionaba sin una mayoría de control clara.El pasado 28 de noviembre, los Agnelli intentaron el asalto al castillo y rompieron el delicado equilibrio societario que sustentaba la estabilidad de los principales interesados en el mercado de las aguas minerales. Su OPA sobre la Exor, sociedad de cartera controlada en un 34% por la familia turinesa y que controlaba más del 35% de la Perrier, supuso una apertura de partida que dejó a Riboud sin aliento.

Y es claro que Riboud se sintió amenazado por la iniciativa, que tal vez anunciaba un intento posterior de escalar su propia BSN. Hasta el punto que buscó la defensa en su peor enemigo. El francés se presentó el 5 de enero en Turín con Reto Dominiconi, de la Nestlé, para intentar convencer a los italianos de que desistieran de su intento y se contentaran con una participación financiera en Perrier o simplemente con la cartera inmobiliaria del grupo. La gestión quedaría en manos de Nestlé. Y Riboud ganaría en el cambio la marca Volvic del grupo Perrier, que Nestlé tendría que ceder por problemas de monopolio. Gerard Worms, el presidente de Suez, ha confirmado que él no participó en aquel encuentro. Su pelea era otra. Pidió a los Agnelli que subiera el precio de su OPA en algo menos de 20 pesetas por acción, y que la elevaran al 100% del capital escriturado de Exor, con objeto de que Suez pudiera liquidar razonablemente su participacion del 10% en esa sociedad de cartera. Los italianos no aceptaron. Y así, cuando, tras el fracaso de las conversaciones del 5 de enero con BSN y Nestlé, Perrier puso el 13,8% de su capital en manos de la Saint Louis, otra sociedad participada por los Agnelli, Worms se encontró objetivamente del lado de Riboud y, Dominiconi. La transferencia de la autocartera de Perrier a la Saint Louis, una medida defensiva frente a un contrataque de estos dos últimos, confirmaba que los turineses estaban dispuestos a llevar a sus últimas consecuencias el paso dado. Los otros contendientes también, y por ello se ha desatado un juego de opas cruzadas y contraopas.