Xenofobia, fanatismo, nazismo o thatcherismo
El huracán Pat Buchanan se dirige a otras regiones de Estados Unidos después de haber esparcido por el Estado de Georgia un mensaje de fanatismo y xenofobia que empieza a causar alarma entre toda la gente civilizada de EE UU.Calificado por la Casa Blanca como "el Jesse Jackson del Partido Republicano", acusado por las organizaciones judías norteamericanas de ser "el nuevo modelo de nazi" y elogiado por sus seguidores como "la Margaret Thatcher de EE UU", el fenómeno Buchanan es en estos momentos uno de los principales motivos de preocupación en EE UU.
En el Estado de New Hampshire, que prácticamente abrió la liza electoral, Buchanan se presentó simplemente como un hombre sensible a las preocupaciones de la gente que sufre las consecuencias de la crisis económica, pero en Georgia hizo una pormenorizada exposición de toda su ideología ultraconservadora. Dijo que las mujeres están menos capacitadas que los hombres para triunfar en los negocios, que los judíos no deben estar en los actos de los norteamericanos, que los homosexuales deben ser apartados de la sociedad, que el sida es una forma de revancha de la naturaleza contra "esta ola de pornografía", y que los blancos están sin empleo porque los negros les quitan el trabajo.
"América primero"
Su frase electoral favorita -"America first" ("América [Estados Unidos] primero")- figuraba ya en el emblema del Partido Populista, fundado en 1981 por David Duke, el ex nazi y ex dirigente del Ku Klux Klan de Louisiana que perdió recientemente la batalla para ser gobernador. Cada día recuerda más a él.Buchanan ha dado a esa frase un nuevo contenido para provocar un movimiento ultranacionalista en EE UU contra las nuevas potencias económica, Japón y Europa. El primer ministro japonés, Kiichi Miyazawa, ha advertido ya del peligro que encierra este personaje.
El propio Buchanan reconoció en uno de sus discursos en Georgia que "el mundo está preocupado con Pat". El público que acude a sus mitines, en realidad, es escaso: unas cuantas decenas de lo que se supone que son anglosajones puros, no apasionados por el mensaje de su líder, sino poseídos por una especie de psicosis colectiva. A este clima contribuye en cada acto un sacerdote que reza una oración para pedir a Dios el triunfo de Buchanan y algún viejo militar que pone a la sala con la vista puesta en la bandera recitando el himno nacional.
Por ahora no parece que España esté entre los objetivos del hombre que un día calificó a Francisco Franco como "un gran católico que ha hecho más por los españoles que toda esta pandilla de comunistas".
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