Inválidos en la capital
Nuestro agradecimiento al diario EL PAÍS y a la autora, doña Ana Alfageme, por su reportaje titulado Inválidos en la capital, publicado el domingo 9 de febrero.Ya es hora de que alguien se acuerde de nosotros, los minusválidos madrileños de silla de ruedas, y comente públicamente la insolidaridad y el olvido que sufrimos los que, como se dice en el citado reportaje, no podemos desplazarnos de un lugar a otro por no existir transportes públicos y estar vedados para nosotros el metro y el autobús. Incluso los taxis -aun siendo un transporte caro para la mayoría de nosotros- también nos ponen pegas, por ser molesto tener que cargar con la silla de ruedas.
Pero lo más grave aún es que algunos de nosotros, por poseer nuestros familiares automóvil propio, también nos vemos discriminados por el propio Ayuntamiento, al no concederse a los minusválidos impedidos para Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior conducir plaza o espacio reservado para poder aparcar nuestros vehículos, teniéndolo que hacer la mayoría de las veces, por falta de sitio, en doble fila, con el consiguiente peligro de ser golpeados o atropellados, además de ser multados, dándose también la triste circunstancia de que en alguna ocasión ha sido retirado nuestro vehículo por la grúa. Todo lo cual demuestra que los minusválidos madrileños no tenemos una ley que nos ampare. Ahora bien, cuando llegan las elecciones nos piden nuestro voto con la promesa de ofrecernos mayores ayudas y beneficios, todo lo cual termina siendo engañoso y falso.- Miembros de una asociación cultural de minusválidos físicos.
Inválidos en la capital
Como minusválido, pero ante todo como un ciudadano más de Madrid, quisiera mostrar mi más profunda indignación y rechazo al trato que dan la mayoría de los taxistas al colectivo de personas que, como yo, necesitan de la silla de ruedas para su movilidad.En primer lugar, nos encontramos con la incierta aventura de conseguir que nos pare el taxi, y ante esto tengo que decir que para esos que "saben mucho de conducir", pero no de relaciones humanas, que mi minusvalía no se pega y que bastantes problemas tenemos ya con los transportes como para que encima el único medio de locomoción accesible se me vaya ante mis narices.
Cuando por fin consigues que se apiade alguno y pare, te encuentras convertido por parte del taxista en una especie de maleta ("aquí demuestran su experiencia en bultos"), ¡pero, señores, yo soy tan humano como cualquiera de ellos y con los mismos sentimientos, aunque no pueda moverme y hablar como el resto!
A propósito de los comentarios, he de decir que sí me entero, aunque ellos piensen que no, y nunca creí que alguien se divirtiera tanto con algo a lo que día a día un taxista está expuesto.
Cuando llego a mi destino no acaba aquí mi dura peregrinación. Yo no soy precisamente un atleta, y el tiempo que tardo en salir del taxi no es el mismo que el de una persona sin minusvalía. Esto se convierte en un sufrimiento cuando ves que no baja la bandera hasta que no estoy fuera del vehículo. Mi récord está en cinco minutos que el taxista se chupa de mi cartera por el morro.- Jesús Martínez Martínez.
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