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La nostalgia del Estado del bienestar

"He sido uno de los mayores críticos de la socialdemocracia, pero en las actuales circunstancias del país no hago más que decirles que dejen de estar a la defensiva, que tienen que estar orgullosos de lo que han hecho en estos años", afirma Jan Myrdal, de 65 años, el enfant terrible de la intelectualidad sueca, cuyos libros han levantado ampollas en una sociedad no acostumbrada a la "insolencia y la rebelión" que desprenden estas obras. En concreto, Niñez, una especie de autobiografía en la que arremetía contra sus padres, ambos premios Nobel, relevantes personalidades de la política sueca y supuestos modelos familiares, causó conmoción cuando apareció, en 1982."Con la socialdemocracia en crisis, Suecia se inclina inexorablemente hacia la derecha. Hay pequeños grupos que se oponen a esta derechización, pero no tienen ni una política definida ni una organización. Desgraciadamente, no hay quien pueda, por el momento, detener este proceso", añade.

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Los Verdes, que en las elecciones de septiembre pasado perdieron sus escaños en el Parlamento, aseguran que el Gobierno del conservador Carl Bildt es una de apisonadora que no parará hasta convertir a Suecia en "otro país", donde el paro, las diferencias sociales, el nacionalismo y el amasar riquezas serán las características dominantes. "El Gobierno utiliza la necesidad de adaptar Suecia a las normativas de la CE para hacer la misma política que haría con o sin entrada en la Comunidad", afirma Per Gahrtonet.

Tal vez el símbolo más preocupante de que algo ha cambiado en Suecia lo representa el conde Ian Wachtmeister. Con sus corbatas de múltiples colores y su aire de lunático, este Le Pen sueco logró en menos de un año crear el partido Nueva Democracia y llevarlo al Parlamento con el 7,2% del electorado como respaldo.

"Los suecos tienen una mentalidad bastante naif. El partido socialdemócrata fue el primero en no creer la avalancha que se le venía encima. Ha contemplado sin reaccionar cómo los valores se transformaban en Europa y cómo esos cambios iban afectando a Suecia, pero ha seguido empeñado en que los suecos habían hecho del estado del bienestar su forma de vida, y que esto, con la moral igualitaria que conlleva, era inamovible", señala un periodista suramericano residente en Suecia desde hace 15 años.

Para Mayles Lööw, ex ministra para Asuntos de la Inmigración, dejar de creer en que volverá el estado del bienestar "sería como tirar la toalla".

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