La gran orquesta de Bilbao

Orquesta Sinfónica de BilbaoDirector: G. Varga. Pianista: R. Requejo. Obras de Glinka, Albéniz y Shostakóvich. Madrid Capital Europea de la Cultura. Auditorio Nacional de Música. Madrid, 19 de febrero.

El ciclo Nuestras Orquestas del Madrid Cultural presentó en el Auditorio a la Sinfónica de Bilbao, dirigida por el británico Gilbert Varga (Londres, 1952) y con la actuación solista de Ricardo Requejo (Irún, 1938), en una excelente versión del poco escuchado Concierto en la menor que Albéniz tocó en Madrid en 1887 bajo la dirección del maestro Bretón. El aliento romántico y la escritura virtuosística no hacen pensar en el futuro Albéniz de la Suite Iberia, pues falta toda referencia al folclor y al carácter español. Requejo consiguió un triunfo considerable.

En la obertura de Rusland y Ludmila, de Glinka, y en la Sinfonía número 10 de Shostakóvich, la orquesta de Bilbao se mostró como un instrumento de excepcional categoría. Tal fue la brillantez, el lujo de detalles, el perfecto análisis, la potencia rítmica, las gradaciones dinámicas, todo ello puesto al servicio de los grandes arcos generales, que nos dieron el director Varga (hijo del celebérrimo violinista húngaro Tibor) y la orquesta sinfónica bilbaína.

Astro de la batuta

Violinista de prometedora carrera, Gilbert Varga, a causa de un accidente, cambió el rumbo de su profesionalidad y escogió la dirección orquestal y el magisterio de Celibidache y Franco Ferrara, tan próximos en criterios y técnica.

Ahora brilla, cual seguro astro de la batuta, con una personalidad arrolladora y atractiva como existen pocas, lo que evidenció al conducir la mejor orquesta que probablemente ha tenido nunca Bilbao. Señalar el dato de esta alta calidad me parece gran acontecimiento en la vida musical de Euskadi y en la de toda España. Vaya, pues, nuestro elogio y el más potente bravo a los músicos bilbaínos, naturales o adoptivos, y a su director de excepción.