Muchos sueños y pocas realidades
La adolescencia es un momento crucial y especialmente vulnerable del desarrollo de la personalidad. Es una etapa de tránsito en la que los jóvenes sufren la gran desproporción que existe entre las inmensas expectativas del futuro y la exigua realidad del presente, entre sus potencialidades teóricas y sus habilidades prácticas."La depresión surge por una pérdida. Puede ser la pérdida de algo querido, o la pérdida de la propia estima, En el adulto se expresa en forma de tristeza, pero en el adolescente puede adoptar otras manifestaciones, desde la pasividad y la abulia a un comportamiento violento", explica el psiquiatra Ferran Angulo, jefe en excedencia del servicio de Psiquiatría del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona y director del programa de Salud Mental del Servicio Catalán de la Salud.
La rebeldía propia de la adolescencia puede desbordarse en alteraciones de conducta más graves cuando media una depresión. "El adolescente quiere ser independiente de los padres, pero teme perder la seguridad que tenía siendo niño. Quiere la libertad, pero se da cuenta de lo muy dependiente que todavía es y a veces reacciona violentamente", explica Ferran Angulo. Muchas veces, para afirmarse necesita hacer grandes. manifestaciones de independencia. Una chica se estuvo una noche hasta que amaneció en el portal, aterida de frío y muerta de miedo, sólo para demostrar a sus padres que ella era autónoma y hacía lo que le venía en gana.
Más inadvertida pasa a veces la depresión que se manifesta en forma de abulia o apatía, pero las consecuencias pueden ser graves. El estudio de Reus demostró que el 20% de los chicos y el 17,5% de las chicas habían tenido ideas de suicidio, aunque únicamente un 1% de ellos y un 0,4% de ellas había deseado realmente matarse. El adolescente con depresión abúlica tiene problemas de relación con los demás y es incapaz de divertirse. Su autoestima está por los suelos, la falta de interés por las cosas se traduce en un enclaustramiento, a veces triste, otras malhumorado. Y si se trata de una chica, los complejos pueden llevarla a la autodestrucción.
En uno y otro caso, la consecuencia más directa es el fracaso escolar, que puede agravar todavía más la depresión del adolescente si su familia o el entorno le han provocado una mitificación de los estudios. A veces, esa mitificación puede ser la causa directa de una depresión. Es el caso de los jóvenes que perciben que sus padres han puesto en sus estudios grandes expectativas y el temor a no satisfacerlas les provoca un bloqueo que les impide rendir lo que se espera de ellos. La imposibilidad de salir de ese círculo vicioso les lleva a la depresión y a veces al suicido.
Sea cual sea su forma de manifestarse, la depresión juvenil puede agravarse, según la psicóloga Margarita Ibáñez, cuando la familia reacciona también de forma depresiva frente al crecimiento de sus hijos. Cuando los padres viven la adolescencia de su hijo como una pérdida del niño que querían seguir teniendo para conjurar la inexorable precipitación del tiempo.
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