De hombre de todos a ministro de nadie
El ex presidente de Renfe, primero fue considerado guerrista; después, solchaguista, pero al final se quedó solo
Julián García Valverde, de 45 años, tuvo la certeza de que era ministro el domingo 10 de marzo de 1991, hace sólo 10 meses. A las seis de la tarde entró vestido Como presidente de Renfe en el despacho de Felipe González, tras cruzarse en el umbral con el nuevo titular de Administraciones Públicas, Juan Manuel Eguiagaray. Al salir, García Valverde ya tenía el traje de ministro de Sanidad.Su confirmación como miembro del Gobierno se produjo, por tanto, en el último tramo de la crisis, en el paquete de los que, al menos aparentemente, no tenían asegurado el puesto desde el principio porque dependían de otros factores y combinaciones.
Le avalaban para su nuevo puesto una carrera profesional ligada a la empresa pública y su militancia socialista desde 1974. En realidad, la primera de estas circunstancias bien pudo estar motivada por la segunda, porque el importante nombramiento como vicepresidente del INI, en 1983, le llegó tras una corta experiencia empresarial como presidente de Entursa, sociedad dedicada a los suministros de comida en los aviones.
Segundo nivel
Licenciado en Económicas y funcionario del Cuerpo de Economistas del Estado, había ocupado anteriormente diversos cargos técnicos de segundo nivel en el Ministerio de Industria y Energía, cuando el carné socialista le impedía precisamente ocupaciones de rango superior en la Administración pública. Fue jefe de la sección de Investigaciones Públicas" del Gabinete de Estudios de, la Comisaría del Plan de Desarrollo, función que compaginaba con su trabajo como profesor de Microeconomía en la Facultad de Económicas de la Universidad Autónoma de Madrid. Posteriormente fue nombrado jefe adjunto de la Asesoría Económica, y, después, en 1982, era ya subdirector general de Estudios y Promoción del ministerio, donde tuvo como jefe a José Manuel Serrano Alberca, el mayor beneficiado de la compra de terrenos por Renfe. También fue director de la revista Economía Industrial y colaborador de distintas publicaciones, entre ellas la Revista Española de Economía, Papeles de Economía y El Nuevo Lunes.Como vicepresidente del Instituto Nacional de Industria, condujo los procesos de reconversión de empresas como Altos Hornos del Mediterráneo y las del sector naval, no exentos de polémica y quebrantos. Siempre se le dieron bien los arreglos de este tipo, en consonancia con su afición al bricolage y los trabajos meticulosos que requieren una cierta habilidad menestral. En septiembre de 1985 fue nombrado presidente de Renfe, rodeado de una cierta aureola de tecnócrata. Su mandato al frente de la compañía ferroviaria estatal tampoco quedó libre de cónvulsiones. Por ejemplo, en relación con una venta de terrenos en Zaragoza que tiempo después sería un interesante precedente para el caso de San Sebastián de los Reyes, que finalmente le ha llevado a la dimisión. Surgieron informaciones y sospechas, incluso se llegó a pronosticar el cese. Pero él respondió, cuando corría marzo de 1989, que sería presidente de Renfe "hasta 1991, o tal vez l992". En esa época, cerró líneas no rentables, lo que levantó protestas de los afectados, y siguió muy de cerca el arranque del tren de alta velocidad.
Madrid-Sevilla
En relación con esta obra, defendió la prioridad del tramo Madrid-Sevilla frente al que unirá Barcelona y Madrid. "Las mayores expectativas de tráfico van por ahí", dijo. "Tenemos más viajeros pasando por Despeñaperros que por Zaragoza".Su toma de posesión resultó muy interesante, periodísticamente, porque a ella asistió el ministro de Economía, Carlos Solchaga. También estuvo presente en la llegada del ministro de Transportes, José Borrell, lo que -fue interpretado como un intento de ejercer de superministro económico y tutelar desde el primer momento la gestión de ambos departamentos. Hasta entonces, García Valverde era catalogado como guerrista, cuandoa in uenc a e vicesecretario del PSOE, Alfonso Guerra, era notoria en toda la Administración. Pero la mera presencia de Solchaga, el oponente de Guerra, sembró ciertas dudas, sobre todo teniendo en cuenta que ambos habían trabajado en cargos próximos y que, según las fuentes consultadas entonces, el ministro de Hacienda fue quien puso el nombre de García Valverde sobre la mesa.
Comparecencia
Quien parecía ser guerrista y solchaguista a la vez, o por lo menos tener motivos para estar bien relacionado con ambos, se quedaría unos meses después completamente solo. Estalló el escándalo de la compra de terrenos en San Sebastián de los Reyes, y comenzaron los guiños en las distintas corrientes del PSOE.Sobre todo cuando compareció, a petición propia, en la Comisión de Industria del Congreso. Aseguró que su actuación estaba basada en pactos con el Gobierno y con la Comunidad de Madrid, y Renfe fue un mero gestor urbanístico. Quienes se supone que le avalaron entonces salieron a la palestra -el presidente regional Joaquín Leguina, el consejero Eduardo Mangada-, y no precisamente para apoyarle.
Al lado de todo esto, su gestión como ministro de Sanidad ha quedado descafeinada, pero tampoco estaba pasando inadvertida hasta que se desató el terremoto (en este caso, movimiehto de terrenos). Fue acusado de querer privatizar la Sanidad pública, y hubo de lidiar con el famoso informe Abril (dirigido por el ex ministro Fernando Abril Martorell) que incluía propuestas muy denostadas por los sindicatos.
Finalmente, ayer se produjo su dimisión, tras dos meses de calvario. Mañana está citado para comparecer ante la Comisión de Investigación Parlamentaria que pretende esclarecer las irregularidades cometidas por Renfe en la compra de terrenos, en San Sebastián de los Reyes.
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