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"El PSOE no se ha atrevido a enarbolar los valores del socialismo"

Luis R. Aizpeolea

Pregunta. Usted defiende una reforma de la vida política y de los partidos. ¿En qué fundamenta esa necesidad?Respuesta. Han pasado 15 años desde el inicio de la transición y seguimos viviendo sobre las convenciones o juicios que hicimos entonces cuando los supuestos actuales son muy distintos. El elemento prevalente cuando empezó la transición fue el miedo a la inestabilidad política. No había tradición de partidos ni práctica parlamentaria. La economía estaba muy protegida y, por tanto, se crearon instituciones para evitar la inestabilidad. Se pretendió que los partidos fueran operativos y se reforzaron sus estados mayores con el sistema de listas cerradas y bloqueadas, con un reglamento del Congreso y Senado que otorga una enorme importancia a los portavoces, con Un reglar los debates parlamentarios con tiempo proporcional a la representación parlamentaria. Todo ello estaba destinado a reforzar los partidos, y se logró una experiencia positiva. Pero ha traído como consecuencia el debilitamiento de la. vida política y parlamentaria, y su separación de la sociedad. Ese es el principal peligro de la situación actual.

P. ¿No cree que este fenómeno está generalizado en las democracias?

R. Es un fenómeno extendido en otros países europeos. Menos en Gran Bretaña y más en Francia, donde se aprecian el cansancio y el descrédito. Es un fenómeno general, que en España se une a una crítica a lo público. Por razones históricas hemos tenido una mala relación entre sociedad y Estado por muchos años de absolutismo y dictadura, porque no hemos tenido un proceso de laicización suficiente para crear una moral cívica distinta. Hay también razones actuales como la moda del éxito de lo privado unido a los dogmas neoliberales en economía por una mala administración, con el consiguiente desprestigio de la cosa pública, que deteriora la desconfianza del ciudadano en las instituciones.

P. ¿Por dónde empezaría usted la reforma política? ¿Cuáles deben ser las prioridades?

R. Habría que empezar por las instituciones y los partidos. Y entre ellos por el PSOE, por la responsabilidad histórica que tiene y por la ausencia por el momento de una alternativa desde la derecha. El PSOE, corto en militantes y amplio en representantes, necesita mayor diálogo y dinamismo. Y a continuación hay que vitalizar la vida parlamentaria.

P. ¿Y qué cambios introduciría?

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R. El comité federal tiene que ser más representativo. La ejecutiva puede ser muy homogénea porque es ejecutiva, pero el comité federal debía tener más competencias e iniciativa de convocatoria. Debe haber un mayor diálogo en las agrupaciones, pero eso depende del clima que se cree. La disciplina de los partidos y los aparatos es importantísima, pero tiene que estar acompañada de mayor dinamismo.

P. ¿Es partidario de un sistema de listas abiertas para el Parlamento?

R. Es dudoso que el sistema adecuado sean las listas abiertas o no bloqueadas, pero hay que discutirlo. Es verdad que las listas cerradas han conducido a una gran dependencia del representante de los aparatos de los partidos, que son los que deciden la inclusión en las listas. Habría también que ensayar el principio de las elecciones primarias en algunos puestos autonómicos y municipales, que el elector tenga algo que decir sobre los candidatos. A veces se presentan personas que no tienen el apoyo del ciudadano para cargos importantes. Hay que corregirlo.

P. ¿El Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (CEPES) es un instrumento para la reforma?

R. Las jornadas del CEPES fueron una ocasión para hacer una llamada a la renovación de la vida política. Ahora tenemos que mantener una actividad. Nadie puede atribuirse el privilegio de renovador. La iniciativa del CEPES tendrá interés si participan numerosas personas y las direcciones de los partidos no se cierran a estos intentos.

P. ¿Hay una derecha y una izquierda en el PSOE?

R. Se puede hablar de quienes son más proclives a considerar que las lecturas neoliberales son las únicas necesarias en este momento, y quienes consideran que aceptando la economía de mercado es necesario el Estado y un elemento corrector del mercado. Lo que es menos correcto es identificar posición neoliberal con apertura del partido, y posición socialdemócrata, con posición tradicional de partido muy trabado, muy normado. La identificacion de estas dos posturas con dos personas (Alfonso Guerra y Carlos Solchaga) no creo que corresponda a lo que está ocurriendo.

P. ¿Está promoviendo usted acaso una tercera vía?

R. Estoy analizando lo que existe en el partido. Se han producido falsos debates y correctos debates. Unos debates correctos porque la izquierda tiene que plantearse cuál es su papel, cuál es su modelo económico. Pero hay falsos debates que son pugnas de poder que se revisten como discusiones ideológicas. La crisis de la minería asturiana muestra lo mucho que hay que hacer aún en materia autonómica para determinar el papel del Estado, el papel de la empresa pública. Hunosa no puede seguir como está. Su magnitud tiene que disminuir. Pero bajo el impulso de las modas neoliberales se ha olvidado que era empresa pública.

La especulación corrompe

P. ¿Cree que hay diferencias entre Felipe González y Alfonso Guerra?

R. No estoy en los secretos de ese núcleo de la política. Siempre he tenido una buena relación con los dos, pero no he tenido una relación íntima. Había una relación política y personal entre ellos que resultó muy positiva para gobernar. Había un sistema de relación entre Gobierno y partido que pasaba por la dedicación de Guerra al partido y servía de puente y plataforma electoral. Con la salida de Guerra se ha alterado, y no sé hasta qué punto se está montando un sistema complementario, alternativo o reconstruyendo el mismo.

P. ¿Cómo lo está haciendo el vicepresidente Narcís Serra?

R. Tengo la mejor idea de Serra. El papel de coordinador administrativo le va muy bien. Es un hombre muy prudente y eficaz, pero no sé si el esquema anterior ha sido sustituido por otro.

P. ¿Qué grado de responsabilidad atribuye al PSOE en el grado de corrupción política existente?

R. No vivimos en la corrupción política, pero sí en un ambiente en el que los valores esenciales son el triunfo individual y económico y en el que prima la especulación sobre la creación de riqueza. Eso corrompe. La responsabilidad del PSOE es no haberse atrevido a enarbolar los valores tradicionales del socialismo. Ha sido bueno que se diga que no es inmoral enriquecerse, pero ha habido un exceso de énfasis sobre el papel creador del mercado y su capacidad de enriquecer. Me escandaliza que se diga que hay que nacionalizar las plusvalías con procesos que se acercan a la especulación. Es desconocer lo que es el Estado. El Estado tiene tales ventajas de conocimiento y poder que debe tener una moral más estricta y normada que las empresas privadas. Tiene que haber una enorme disciplina del Estado.

"Vamos saliendo de la moda del neoliberalismo"

Pregunta. ¿Aprecia usted una derechización en el Gobierno socialista?Respuesta. Estamos terminando ese periodo. Es evidente que hubo una tendencia a la neoliberalización en toda Europa en los años ochenta, de la que no hemos estado exentos los españoles. Ahora estamos saliendo de la moda del neoliberalismo.

P. Hace unas semanas dijo que a los líderes de la derecha hay que encontrarlos en el PSOE.

R. Hice la broma de que los mejores líderes de la derecha están en el PSOE. Con ello quise decir que la derecha no tenía el monopolio de las lecturas neoliberales.

P. ¿Se siente cómodo como parlamentario europeo?

R. Tengo una preparación internacional y los temas del Parlamento Europeo me interesan. Pero hay un elemento frustrante, y es que el Parlamento Europeo tiene un peso en las decisiones menor del que debiera.

P. ¿Quiere volver a la vida política española?

R. No tengo una planificación de vida. Pero me siento con vitalidad para entrar en la vida pública. Siento una cierta demanda de ciertos sectores de opinión pública de que haga algo. Quizá mi función sea explicar lo que pienso.

P. ¿Siente resquemor por no haber sido candidato socialista a la alcaldía de Madrid?

R. Pensé que podía ser una función interesante y me ofrecí al partido. Me pareció muy mal que los debates de la Federación Socialista Madrileña condujesen al juicio salomónico de los puestos institucionales para unos y el partido para otros, y llevara al mal resultado de Madrid. No es resquemor, pero es una lección que hay que aprender.

P. Qué diferencias existen entre este Gobierno y el que usted compartió de 1982 a 1985?

R. La diferencia esencial es que éramos el primer Gobierno socialista, lo que tenía sus ventajas e inconvenientes. El inconveniente de la inexperiencia administrativa y política. La ventaja de que estaba impulsado por un triunfo electoral muy grande, por el entusiasmo de la transición y, además, de que la cosa pública no había caído en el desprestigio de ahora. Estoy de acuerdo en que hay que politizar el Gobierno. A diferencia del 82, ya existen personalidades con características propias. El PSOE tiene un espectro político muy amplio, y futuros Gobiernos deben incluir personalidades políticas identificables.

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