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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Integrismo en Argelia

EN ARGELIA se han celebrado las primeras elecciones generales multipartidistas tres años después del baño de sangre con el que se iniciaba un imparable movimiento de reforma del sistema político instaurado tras la independencia, en 1962. En los comicios (y a falta de la segunda vuelta del próximo 16 de enero, que establecerá los porcentajes definitivos y la necesidad o no de acuerdos políticos de gobierno) se ha confirmado la desaparición del régimen socialista panárabe de partido único y su sustitución por un integrismo islámico radical.En esta primera vuelta fueron elegidos algo más de la mitad de los 430 escaños de la Asamblea. Con 167 de los 206 escaños elegidos, el claro vencedor ha sido el Frente Islámico de Salvación (FIS), un grupo fundamentalista que no se distingue por su amor a las libertades tal como se entienden en Occidente. En segundo lugar, sorprendentemente, ha quedado el Frente de las Fuerzas Socialistas del viejo líder Ait-Ahmed, cuyos inesperados resultados perjudican sobre todo al Frente de Liberación Nacional (FLN). El claro perdedor ha sido el propio FLN, el partido único que había dominado la escena política argelina durante los 30 años de vida independiente y al que la necesidad de supervivencia había convertido al prooccidentalismo democrático.

Al igual que ocurrió en los comicios municipales de junio de 1990, la abstención ha sido elevada (más del 40%). En las áreas urbanas, las más desencantadas con un sistema corrompido, la abstención se produce sobre todo en los estamentos más jóvenes de la población. En las áreas rurales tiene raíces sociológicas más complejas: automatismo de la adhesión al antiguo partido único, de cuyas prebendas se vive, combinada con una tasa grande de indiferencia por unos resultados que se dan por descontados.

Para el FLN, los resultados de la consulta están siendo catastróficos. En las elecciones municipales de junio de 1990 ya había recibido un serio varapalo a manos del FIS, entonces recién creado. El año y medio transcurrido (y en el que la traumática situación por la que atraviesan la economía y la política argelinas ha coincidido con la desaparición del socialismo real, la desintegración del Movimiento No Alineado y el rearreglo revolucionario de Oriente Próximo) le ha hecho reflexionar. El presidente Benyedid y sus sucesivos primeros ministros, Mulud Harnrush y Ahmed Gozali, han intentado consolidar el régimen del FLN democratizándolo y encarrilándolo hacia la economía de mercado, mientras se curaban en salud metiendo en la cárcel a los dos líderes principales del FIS, Abasi Madani y Alí Benhadj. Parece haberles servido de poco.

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El FIS tiene a su mayor parroquia en las capas más desfavorecidas de la población, que esperan la salvación espiritual y temporal de la renovación islámica y de la aplicación de la charla. En este sentido, su actitud presente recuerda al movimiento pro Jomeini de la primera hora en Irán: sin nada que perder e inflamado de fervor religioso intolerante, ha aplicado con rigor su ley en los distritos en los que tenía mayoría. El FIS espera conseguir el 70% de los votos en las dos vueltas de las elecciones. Se diría que sus predicciones se cumplirán. Si el FLN no consigue recuperarse antes del 16 de enero y obtener la gran mayoría de los escaños que aún están en juego habrá triunfado en Argelia la semilla de la intolerancia: un movimiento político altamente desestabilizador y de cuyo contagio deberán cuidarse sus vecinos Marruecos y Túnez.

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