El Parlamento Europeo no consigue unificar su criterio sobre la cumbre de Maastricht
ISABEL FERRER ENVIADA ESPECIAL, El Parlamento Europeo (PE) no logró pronunciarse ayer sobre la cumbre de Maastricht después de ocho horas de debate. El rechazo por 122 votos en contra, 119 a favor y nueve abstenciones de una propuesta de resolución sobre la cita comunitaria, que contenía una enmienda pidiendo una reunión especial del Consejo Europeo destinada a reclamar mayores poderes para la Eurocámara, evidenció el descontento de los eurodiputados con su actual situación.
También evidenció Ias presiones nacionales ejercidas sobre las fuerzas políticas europeas, así como las interferencias internas y cruzadas entre los grupos", según afirmó al final de la sesión Enrique Barón, presidente del PE. El próximo mes de febrero, Estrasburgo sí analizará los textos definitivos de la unión política, económica y monetaria acordados el pasado día 10 por la CE.Barón reconoció ayer que el resultado del debate fue sorprendente. Que los socialdemócratas alemanes pidieran un Consejo Europeo mientras los socialistas rechazaban dicha propuesta en bloque suponía que los correligionarlos del canciller Helmut Kohl criticaban nada menos que su actuación en Maastricht. Tras el rechazo de la resolución que debía mostrar la postura del PE ante la cumbre comunitaria, el presidente levantó la sesión.
Luego evitaría la presentación de una nueva propuesta afirmando que la votación había sido regular y válida. Para Barón, que abandonará su cargo en enero, "una combinación de diálogo y presión compone la única fórmula con que el Parlamento Europeo logrará vencer en la revolución que supone luchar por sus poderes".
Por la mafiana, una frase de Egon Klepsch, portavoz del Grupo Popular Europeo y casi con seguridad futuro presidente de la Eurocámara, había puesto de manifiesto la opinión que la cumbre de Maastricht merece a los europarlamentarios. "Llévese un mensaje claro de esta casa, señor Rilud Lubbers", le espetó al presidente semestral de la CE. "SI las atribuciones del PE no aumentan en un futuro próximo, el acuerdo no recibirá nuestro apoyo".
La decepción parlamentaria, contrastaba así con los esperanzados discursos pronunciados poco antes por el propio mandatario holandés y por Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea. Para ellos, desde el día 10 la Comunidad Europea avanza lenta aunque ya sin remisión hacia su unidad.
Desacuerdo
El primer plenario del PE después de Maastricht evidenció así un desacuerdo aún más amargo que el marcado por la negativa de Londres a unirse a la política social de la futura Unión Europea. Por un lado, la Cámara reconoció los méritos de la mediación holandesa y el valor del compromiso alcanzado, aunque en lo monetario y social incluya sólo a 11 de los países de la CE. Por otro, sin embargo, rechazó las numerosas metáforas empleadas a lo largo del día por Lubbers y Delors para calificar, respectivamente, la cita de Maastricht de "evolución positiva hacia la convergencia".
Aunque el debate de ayer no tenía valor jurídico, los europarlamentarlos no escatimaron adjetivos a la hora de evaluar los aspectos políticos, económicos y monetarios de la unión europea.
La Eurocámara vio cómo en el último minuto la cumbre se negaba a simplificar su procedimiento de veto y la posibilidad de que, en el futuro, revise las modificaciones del tratado.
A pesar del reconocido tesón concialiador mostrado por la presidencia holandesa de la CE, la sesión de ayer evidenció una vez más las diferencias que separaron a los 12 en Maastricht. El aumento de poderes del PE solicitado por todos sus miembros no pudo ocultar que éstos recogieran en sus discursos los grafides conceptos que Francia suele traducir en actos políticos; la tradición romántica de Alemania que parece capaz de mantenerse fiel a un ideal, y el pragmatismo británico que sólo avanza tras un concienzudo análisis de los sucesos del momento.
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