_
_
_
_
Tribuna:ANTE LA CUMBRE COMUNITARIA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La Europa social

Una nueva cumbre comunitaria se aproxima, y parece que esta vez tampoco se quiere poner en marcha la Europa social. Precisamente cuando estamos en el momento adecuado para demostrar que la unidad europea no se puede reducir a un simple mercado, por muy grande que éste sea.En la cumbre de Maastricht, los jefes de Estado y de Gobierno de los doce estudiarán el documento de la presidencia holandesa, que resume las conclusiones de las conferencias intergubernamentales sobre la unión económica y monetaria y sobre la unión política.

Por tanto, si en Maastricht no se amplían las competencias sociales de la Comunidad, y no se integra en los nuevos tratados la Carta de los Derechos Sociales Fundamentales Comunitarios, esta nueva etapa de la Comunidad se habrá frustrado para el objetivo progresista de construir en Europa un espacio político democrático, articulado económica y socialmente.

Comités en multinacionales

La Carta Social, que fue aprobada por, sólo 11 Gobiernos -Gran Bretaña se negó, y por tanto únicamente tuvo carácter declarativo, sin fuerza vinculante-, y el programa de acción para su desarrollo normativo están prácticamente paralizados, ya que la regla de la unanimidad para los asuntos sociales permite a un solo país bloquear cualquiera de las directivas propuestas, como puede ocurrir, entre otras, con la del derecho de información, consulta y participación en las empresas europeas, que permitiría la creación de comités de empresa en las compañías multinacionales.

La reciente entrevista del presidente y del secretario general de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), Norman Willis y Emilio Gabaglio, con Felipe González ha puesto de relieve las ambigüedades, cuando no el rechazo, del Gobierno español a las peticiones concretas que la CES le planteó ante la cumbre de Maastricht y que se resumen en estos cinco puntos:

- Votación por mayoría en los asuntos sociales.

- Ampliación de las competencias sociales.

- Mayores poderes para el Parlamento Europeo.

- Cohesión económica y social en el contexto de la UEM.

-Inclusión de la Carta Social en el tratado.

González, aunque aseguró compartir genéricamente estos puntos, quiso salirse por la tangente, prometiendo llevar las ideas de la CES a Maastricht pero sin hacerlas suyas, que era justamente lo que se le pedía, y, al mismo tiempo, pretendió que la CES asumiera su peligrosa idea de condicionar la aceptación del voto por mayoría a las modificaciones en el sistema de financiación de la Comunidad Europea.

Reequilibrio y solidaridad

González reprochó a la CES y a los sindicatos españoles que no defienden claramente el reequilibrio y la solidaridad interna en la Comunidad, ignorando que la cohesión es una constante reivindicación de la CES, como se reflejó en la resolución general de su último congreso. Y en cuanto a UGT y CC OO, le bastaría al presidente leer la ISP (iniciativa sindical de progreso) para comprobar las advertencias que en ella se hacen sobre los riesgos de desigualdad territorial, la necesidad de la cohesión económica y la denuncia de la absoluta insuficiencia de los fondos estructurales dedicados al reequilibrio.

Es indudable, por tanto, que el sindicalismo europeo apoyará la petición de los Gobiernos que, como el español, reclaman que se aporte a la Comunidad, y se reciba de ella, proporcionalmente al nivel económico de cada país.

Pero la cohesión no puede ser un principio aislado ni el pretexto para eludir la responsabilidad del Gobierno español en la implantación de políticas comunitarias en materias como el medio ambienté, el empleo o los salarios, para lo cual tendría que realizar las correspondientes reformas económicas y fiscales.

Esperemos, no obstante, que en Maastricht se den pasos hacia una Europa unida políticamente, con Parlamento y Gobierno con poderes reales y en cuyo marco constitucional y jurídico sea posible levantar un espacio social, mediante una legislación básica común y la implantación progresiva de convenios colectivos de ámbito europeo.

La Confederación Europea de Sindicatos extiende su acción más allá de los límites comunitarios, apoya también a los sindicatos de los países del Este en su nueva andadura democrática y defiende los derechos de los cada vez más numerosos inmigrantes extracomunitarios.

La CES, ante la cumbre de Maastricht, está decidida a agotar todas las posibilidades de diálogo en favor de la Europa social, amplia y solidaria que queremos los trabajadores.

Pero, como dijo Emilio Gabaglio en la asamblea conjunta de delegados de CC OO y UGT, celebrada en Madrid después de la entrevista en la Moncloa, si en Maastricht se hacen oídos sordos, habrá que movilizar a los 50 millones de afiliados de la CES para desarrollar una gran campaña de presión sobre los Parlamentos nacionales, con el fin de, que éstos bloqueen los nuevos tratados y se revisen sus contenidos.

Y en esa lucha contra las concepciones conservadoras (que lamentablemente no son exclusivas del Gobierno británico), los sindicatos y los trabajadores españoles deberemos contribuir con el mayor y más unitario de los esfuerzos.

Antonio Gutiérrez Vegara es secretario general de la Confederación Sindical de CC OO.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_