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El último maratón hacia la unión económica

Los ministros de Economía culminaron en la madrugada del miércoles el borrador del Tratado

Los ministros de Economía de los Doce culminaron, en la madrugada del miércoles, la redacción final del borrador de Tratado para la Unión Económica y Monetaria. Después de cuatro largos días de negociar y modificar el texto del borrador, éste ha quedado listo para Maastricht. Quedan cuatro grandes reservas que podrían retrasar la firma final con la foto de familia. Se trata de la cohesión, que preocupa a España; las exigencias para el paso a la tercera fase, que defiende Alemania; la extension de la cláusula de exclusión para la tercera fase, que el Reino Unido considera vital, y la futura actuación de la Comunidad Europea en los organismos internacionales, que Francia quiere matizar.

La cumbre de Maastricht (Holanda) será el inicio de la cuenta atrás para la unión económica y monetaria europea. El borrador del Tratado, tal y como quedó en la madrugada del miércoles, consagra el inicio de la segunda fase para enero de 1994. Antes, en el momento en el que todos los parlamentos nacionales lo hayan ratificado, el valor del ecu se congelará, lo que significa que pasará a tener un valor fijo e irreversible respecto a las doce divisas comunitarias.El nuevo Tratado contempla esa segunda fase como una etapa de transición hacia la total unión económica y monetaria o tercera fase. En esos años funcionará una nueva institución monetaria, el Instituto Monetario Europeo (IME), que pretende ser el embrión del Banco Central Europeo (BCE).

El presidente del IME deberá ser un profesional de reconocido prestigio que no sea gobernador de ninguno de los doce bancos centrales. Estará acompañado en el consejo del IME por un vicepresidente y once consejeros que sí serán los gobernadores.

Este Instituto velará por la cooperación de los doce bancos centrales y el logro paulatino de su independencia, desarrollará el ecu y actuará como cámara de compensación de esta futura moneda única con las doce nacionales, organizará un sistema de pagos eficiente entre los países miembros, diseñará las estadísticas comunitarias, realizará informes periódicos sobre el grado de convergencia de los Doce y el previo al inicio de la tercera fase. En definitiva, preparará la puesta en marcha del Banco Central Europeo y verá cuál es el cumplimiento de cada país de cara a la tercera fase.

Responsabiliddad política

El control de ese cumplimiento corresponderá al consejo de ministros de Economía de los Doce (o Ecofin). El nuevo Tratado les otorga, incluso, amplias facultades para sancionar a los países que incumplan el compromiso de controlar el déficit público. Tales sanciones incluyen la posibilidad de obligar al país con problemas a que haga públicos los detalles de su situación presupuestaria para conocimiento del mercado, pedirle que haga un depósito -sin intereses- en la Comunidad, proponer al Banco Europeo de Inversiones (BEI) que reconsidere su política de préstamos hacia el país o hasta multarle.

El Ecofin también se ha dotado en el borrador de Tratado de todas las competencias para ofrecer ayuda excepcional a los países miembros que atraviesen dificultades. Cuando se produzca un desastre natural, la decisión correrá a cargo de una mayoría cualificada (es decir, una mayoría de dos tercios de los votos, para la que hacen falta siete países grandes o hasta 10 pequeños). Si el motivo es distinto al desastre natural, la ayuda deberá decidirse por unanimidad.

El Consejo de Ministros de Economía también se encargará de velar para que la política económica que se aplique sea "la correcta", y garantizará la aplicación de la total libertad de movimientos de capitales que consagra el Tratado.

La definición tanto de la política económica como de las líneas básicas de la política monetaria serán competencia del Ecofin antes y después del inicio de la tercera fase y la puesta en marcha del Banco Central Europeo. La instrumentación de la política monetaria definida por el Ecofin correrá a cargo -ya en la tercera fase- del Sistema Europeo de Bancos Centrales o SEBC, que está compuesto por el Banco Central Europeo y los doce bancos centrales de los países miembros, que, para esas fechas, serán independientes.

La emisión de la moneda única será una de las pocas competencias exclusivas del Banco Central Europeo (BCE). A cambio, la supervisión de las entidades de crédito lo será del SEBC salvo cuando, excepcionalmente, el Ecofin se lo encargue al BCE.

Todo esto ya ocurre en la tercera fase, es decir, casi en el próximo siglo. El inicio de esta tercera fase se producirá, como pronto, el 1 de enero de 1997. Para que esto ocurra, una mayoría de países deberán cumplir las condiciones de convergencia en inflación y déficit, el Ecofin. deberá aprobarlo por mayoría cualificada (siete países grandes o hasta 10 pequeños) y la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno ratificarlo por unanimidad. Si todas estas condiciones no se cumplen, habrá una segunda vuelta el 1 de enero de 1999 que sólo exigiría la ratificación de la cumbre por mayoría simple (de siete países).

Los países que queden fuera por no cumplir las condiciones de convergencia podrán reengancharse en cualquier momento a petición propia o cada dos años, siempre que cuenten con el respaldo de una mayoría simple del consejo.

Para que nadie se sienta descolgado, además, los Doce participarán del Conse o de Ministros general y se creará uno de gobiemo en el que sólo participarán los países que hayan entrado en la tercera fase. Para el que ya ha asegurado que quizá no entre -Reino Unido- el borrador prevé una cláusula de exclusión.

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