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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Criterios dudosos

Resta menos de un mes para que, con la llegada del 92, Madrid se convierta en la capital de la cultura. Hace tan sólo unos días el Ayuntamiento de Madrid, por medio de la coordinadora de centros culturales del distrito de Fuencarral, Virginia Mestre, prohibía, únicamente con una hora de antelación, la inauguración de la exposición de 15 jóvenes artistas madrileños (agrupados bajo el nombre El Molino de Viento) por considerar sus obras "irreverentes y escabrosas". Así lo recogía EL PAÍS.De un modo inexplicable la censura acaba por abortar un proyecto cultural, una iniciativa de arte joven, basándose en aplicar unos criterios más que dudosos.

Multitud de personas que, antes o después de la frustrada exposición, tuvieron acceso a las obras que componían la muestra, han manifestado su profunda sorpresa y perplejidad ante el inesperado cierre de la misma, independientemente de sus afinidades políticas, creencias religiosas o cualquier otro motivo relacionado con la moral. Pero la política cultural del Ayuntamiento ha marcado sus directrices: "Nada de temas sexuales, políticos o religiosos".

En el Partido Popular siguen existiendo tabúes difícilmente comprensibles hoy día, y el Ayuntamiento de Madrid tiene claro, desde el punto de vista de la cultura, cómo salvaguardar estos valores morales que, al parecer, un grupo de artistas jóvenes intentan echar abajo: a partir de ahora, a los artistas, como a los yonquis, se les impondrá una hora límite para retirarse de la calle -o de cualquier centro cívico- e ir a exponer sus obritas de arte en casa, donde nadie pueda verlas ni sentirse, así, herido en su sensibilidad.

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Lo gracioso del caso es que, si algún día (y esperemos que muy pronto) llega a celebrarse tan polémica exposición, el público asistente podrá comprobar la inocencia de esas obras tan escabrosas y preguntarse hasta qué punto las personas que tuvieron la desafortunada idea de censurarlas (concejales de Cultura, coordinadoras de centros culturales, etcétera) están o no preparadas para desempeñar con eficacia sus cargos.-

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