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EL NEGOCIO DEL SEXO

Lo que hay que ver...

Los condones, los vibradores y las bolas chinas, objetos más vendidos en los 'sex-shows'

Francisco Peregil

Los ciegos van a los sex-shows y entran en las cabinas donde las chicas se desnudan. Los matrimonios, los deportistas -varios jugadores del Estudiantes-, los cantantes -Gurruchaga- y algún político, también. Detrás del cristal se mueven muchachas, extranjeras en su mayoría, de nombres exóticos. Desde 500 pesetas, cristal mediante, charlan dos minutos en unas cabinas de la calle de Atocha donde el sexo de ellas queda a la altura, de la cabeza del cliente.

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Harán lo que ellos digan mientras sigan dando dinero: gemidos, posturas insinuantes, simulaciones de felaciones y expresiones escatológicas. Todo, menos tocar.Por 1.000 pesetas, desde las diez de la mañana, la chica se desnudará y tocará voluptuosamente las tetas. Por 3.000, cogerá un masturbador de su pequeño bolso y se lo introducirá en la vagina (todo ello en menos de cuatro minutos) mientras adopta una expresión de goce insoportable. ¿Te gusta ... ? Pues tienes que darme 500 pesetas si quieres que siga mansturbándome. Al cabo de varias monedas, si ella es buena actriz, habrá torcido los labios como si llegara el orgasmo de su vida.

Servilletas para el cliente

La chicas les darán servilletas cuando las precisen, y al rato puede pasar un chico con fregona para limpiar el habitáculo. "Cada vez que paso", dice el chico, "digo: 'Ya he recogido otro niño".

Dos años después de su aparición, los sex-shows suman 15 en la capital, y han desbancado definitivamente a las pequeñas tiendas de objetos del sexo. Las han desbancado porque ofrecen mayor variedad de objetos, de películas y, sobre todo, la materia prima, aunque vaya in vitro.

"¿Usted cree que es agradable ver cómo un tío se masturba ahí, delante de ti? Da asco". Devorah es una canaria que apenas roza los 20 años, con pelo lacio y cara de niña mimada. "Me molesta también cuando entra un chico con su novia y ella siempre se queda retraída, cortada, y es él quien lleva siempre la voz cantante".

Devorah pasa después a otras cabinas múltiples y circulares donde los clientes pueden verla bailar desnuda por 200 pesetas. Ahora baila una brasileña alta, de movimientos torpes y zafios. Cuando entra Devorah, se mueve con un erotismo que envidiaría Kim Basinger, y las caras de ellos, visibles en todo momento, agradecen el cambio.-¿Qué es lo que preguntan todos cuando entran?

-Quieren fijar una cita para después, pero nosotras le hablamos de las tarifas. ¿Cuándo va a salir esto?, pregunta Devorah.

-El domingo. ¿Por qué?

-Porque me hace ilusión que salga mi nombre en un periódico.

-¿Devorah?

-Sí.

-¿Y el verdadero?

-Ese no, que me mata mi madre si se entera.

No obstante, ella es una excepción. Son las brasileñas, hispanoamericanas y escandinavas las dueñas de la pista. Unas 300.000 pesetas al mes, 30 días de trabajo, cuatro mesesy si te he visto no me acuerdo. Esas son las bases del contrato. Volverán con su visado de turistas a las mismas cabinas, después de darse algún garbeo por la calle roja de Amsterdam. o por el barrio parisiense de Pigalle.

Las piezas más cotizadas en las tiendas del sexo son los condones, los vibradores y las bolitas chinas, artefacto, este último, que, introducido en la vagina, proporciona plactr con el mero movimiento que las piernas producen al andar. Javier posee negocios del espectáculo desde hace 20 años y un pequeño sex-show en la calle del Desengaño desde hace tres.

Afirma que se sorprende ante las preguntas de los clientes. "Es que me tratan como si yo fuera un médico. Me preguntan qué aparatos les vendrían mejor a sus mujeres y qué afrodiasiacos son mejores para ellos, y me veo negro para contener la risa muchas veces. Un hombre vino con su mujer un vez y, al ver los vibradores pequeñitos para adolescentes, me dijo que prefería regalarle uno de ésos a su hija antes de que la dejara embarazada cualquier golfo de los de hoy".

Las muñecas también copan un buen puesto en las listas de venta, especialinente en los meses de verano, que es cuando suele haber más despedidas de solteros."Las hay desde 3.000 pesetas hasta 70.000, que son las que traen un pelo casi natural y pilas para que se le calienten las tetas. Entre las películas, las de zoofilia, las de travestidos y las de lucha femenina son las que copan la preferencia de los clientes asiduos.

Javier asegura que su negocio es el más limpio. "Una de las dos chicas que tengo trabajando es una señora de Fuenlabrada. Más limpia y más formal no puede ser. Aquí entra la gente y no se oye una voz mas alta que otra. "Completamente cierto", ratifica un inspector de policía del distrito de Centro. "Son los negocios menos problemáticos de la noche", añade el agente.

Entre los clientes del sex-show de Atocha sobresalen los ciegos. Con ellos, los propietarios hacen una excepción y permiten que entre más de un hombre por cabina. "Lo menos ocho veces ha venido un grupo de ciegos acompañado de otros que ven algo y que les cuentan lo que las chicas hacen", apunta un camarero.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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