El jefe de la policía de Moscú garantiza la actuación democrática de sus fuerzas
"Circulan rumores de que se va a repetir el golpe de Estado", dice Arkadi Murashev, de 33 años, jefe de la policía de Moscú, una ciudad de nueve millones de habitantes, desde hace dos meses. No cree que vaya a repetirse lo del 19 de agosto, pero asegura que sus fuerzas son neutrales, y para asegurar su actuación democrática, y en contra de un hipotético golpe de Estado, él fue nombrado por el alcalde moscovita, Valentín Popov.
Murashev, que es también diputado del Sóviet Supremo de la URSS, insiste en que otro golpe es difícil porque la estructura del Partido Comunista de la URSS (PCUS) ya no existe. Reconoce que hay otros peligros que pueden propiciarlo: "El desastre económico y la agudización de los problemas nacionalistas".No tiene experiencia en el mando de las fuerzas de seguridad. Jamás había estado en contacto con ellas hasta ahora. Es un civil, científico de profesión, que se ha marcado como objetivo transformar una policía totalitaria en una policía democrática. Confiesa que accedió al cargo con un cierto temor ante los problemas que se le venían encima.
Murashev, que ha permanecido dos días en Madrid invitado por el Instituto de Cultura y Ciencia Soviética, dice que es uno de los altos cargos rusos más jóvenes. "La nueva dirección ha tomado el poder", afirma sonriente. Fue nombrado por Valentín Popov, alcalde de Moscú, previa consulta con el Ministerio del Interior ruso. La policía moscovita depende de ambos. "Popov pone el dinero. Interior da las órdenes", afirma.
Murashev todavía no estaba a cargo de la policía cuando se produjo el intento de golpe de Estado de agosto pasado contra el presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov. Mantiene que la composición política de la policía es mixta. "Los policías de alta graduación apoyan y son leales al viejo sistema. Los policías rasos son prodemócratas. Ocurre lo mismo en el Ejército".
Añade que precisamente fue nombrado para el cargo con el fin de garantizar el comportamiento democrático de la policía y afianzar su papel neutral. Popov tuvo esto muy claro. "Popov y yo hemos trabajado muy unidos durante los últimos años. Hemos sido copresidentes de Rusia Democrática" [uno de los grupos reformistas más activos].
Ese objetivo es difícil de conseguir debido al terrible estado del país. "Vivimos una situaciónmuy peligrosa. La estructura del PCUS ya no existe, pero hay otros problemas igualmente graves, como es el desastre económico y el problema nacionalista. Lo ocurrido en Checheno-Ingushetia es prueba de ello".
Por otro lado, Murashev apunta que las fuerzas democráticas están divididas, de manera que "las contradicciones son el punto fundamental en la actual situación". "Hay grupos que se están organizando para crear la Gran Rusia. No estoy de acuerdo con esto, y como yo piensa un sector importante de esas fuerzas democráticas. Para nosotros, el futuro de Rusia está en una federación de repúblicas dentro de nuestro territorio, algo similar a Alemania o EE UU". Mourachov concibe, sin embargo, a la futura Unión de Estados Soberanos como algo similar a la Comunidad Europea (CE), es decir, un conjunto de Estados independientes y soberanos unidos por los mismos intereses y con igual sistema económico y político.
En este sentido, considera que Mijaíl Gorbachov, presidente de la URSS, no va a tener éxito en sus negociaciones sobre el Tratado de la Unión, pero tampoco cree que vaya a dimitir como ha prometido si el tratado no es firmado por las repúblicas soviéticas. "Cada república, y sobre todo las asiáticas", dice, "tienen un sistema diferente. Los comunistas todavía están en el poder en algunas y rechazan la economía de mercado. No sé cómo se puede casar esto en una Unión".
Como responsable de la seguridad ciudadana de Moscú, a Murashev le preocupa el aumento de la criminalidad en los últimos cuatro o cinco años, en particular los delitos contra la propiedad. Los crímenes más frecuentes en la ciudad se dan dentro de la propia familia y tienen su causa en el alcohol. La droga (marihuana y opio) afecta al 10% de los jóvenes moscovitas. La heroína y la cocaína aún no han llegado.
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