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Erecciones artificiales

El 90% de las impotencias masculinas tienen un origen físico

Hace tiempo que la impotencia masculina encontró en las prótesis, diseñadas en 1973 por los urólogos Michael Small y Hernán Miguel Carrión, en EE UU, la solución idónea. Los dos modelos más conocidos de los 15 tipos que existen en el mercado son las inflables y las flexibles. Las primeras funcionan con un sistema de bombeo que debe activarse en cada ocasión. Las flexibles, en cambio, mantienen el pene erecto permanentemente, pero tienen un inconveniente: dejan de ser útiles a los 10 años, teniendo que sustituirse.

En síntesis, las prótesis de pene para solucionar la falta de erección masculina consisten en dos cilindros de silicona que se introducen en los cuerpos cavernosos del órgano genital. "Poner estos dos cilindros en el pene es como colocar las columnas para que un edifico se mantenga en pie", afirma gráficamente el urólogo peruano Hernán Carrión en su reciente visita a Sevilla.La operación consiste en introducir los cilindros en las dos zonas cavernosas -causantes del aumento de volumen del pene- mediante una incisión a nivel del escroto. Las complicaciones más serias que pueden surgir son las infecciones o la pérdida de la prótesis, pero Carrión, que trabaja en Miami, asegura que en la actualidad este riesgo no afecta más. que al 3% de los casos.El producto tiene una eficacia en el 97% de los pacientes, y posibilita una erección casi fisiológica, mejor incluso que la normal, "porque el operado puede tener una actividad sexual donde quiera, como quiera y cuantas veces lo desee". El mecanismo de la prótesis inflable es similar al de la permanente: las barras de silicona, huecas, están conectadas a una bomba de agua colocada dentro del escroto, "como si fuera un testículo más".

Cuando el paciente desea tener actividad sexual sólo tiene que aplastar la bomba, y el agua llega a los cilindros, produciendo la erección. Una vez terminado el acto sexual, se comprime el cuello de la bomba, los cilindros se vacían y el líquido hace el recorrido a la inversa. El pene se vuelve fláccido.

Dificil acomodo

El hombre que opte por una prótesis flexible sale del quirófano con el órgano genital en posición erecta. Y permanente. El miembro viril, no obstante, se puede acomodar "para salir a la calle, ir a la piscina o la playa, etcétera, pero cuando se quita la ropa sigue estando en posición vertical" explica Carrión.Según este especialista, el 90% de las impotencias se deben a impedimentos fisicos, y sólo en el 10% de los casos las causas son psicológicas, en contra de lo que hasta la década de los setenta se creía. La conversación con el paciente y con su pareja es fundamental antes de intervenir quirúrgicamente, "porque muchas veces las mujeres no aceptan al marido tras la operación".

La edad media del hombre que decide recurrir a una prótesis para acabar con su impotencia oscila entre los 65 y los 75 años. El paciente más mayor que ha tenido Hernán Carrión es un médico de 85 años, y el más joven, un parapléfico de 18 años. Los parapléjicos es uno de los grupos que más se operan, ya que pese a carecer de sensibilidad en el órgano genital tienen plena satisfacción. Los pacientes jóvenes, afirma. Carrión, no son frecuentes, aunque si los diabéticos -una de las complicaciones más comunes de la diabetes es la impotencia-. Los impotentes psicológicos no son candidatos a la prótesis. "Primero hay que agotar los tratamientos psicológicos, y si fallan, entonces acudir a la prótesis", explica. En los últimos 500 casos evaluados por Carrión, el 99% de los pacientes decían sentirse totalmente satisfechos.

En EE UU se operaron, 80.000 personas en 1975, pero el machismo de los países latinos reduce la demanda porque impide al hombre reconocer su impotencia, dice Carrión. La intervención en España cuesta entre 500.000 pesetas y 1,2 millones.

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