La Embajada guineana en Madrid causa quebraderos de cabeza al Gobierno
Las lacras que asuelan Guinea Ecuatorial empiezan a entreverse en Madrid. La Administración española, que desde los tiempos de la presidencia de Leopoldo Calvo Sotelo no había organizado el viaje de un jefe de Gobierno a la ex colonia, ha podido comprobar lo difícil que es lidiar con una Embajada tan desorganizada y paupérrima como la guineana en España.
Por primera vez en los 10 últimos años, un presidente de Gobierno, en este caso Felipe González, viaja hoy a Guinea respondiendo a una invitación cursada por el jefe del Estado, Teodoro Obiang Nguema. González llegara hoy a Malabo a media tarde y mañana se trasladará a Bata, la capital continental. Al margen de sus dos entrevistas con Obiang, visitará Varios proyectos de cooperación.La secretaría del Mínisterio del Portavoz que intentaba mandar un fax a la representación diplomática guineana con la lista de los periodistas españoles acreditados para el viaje no acababa de entender por. qué no conseguía conectar con la sede diplomática guineana. La razón es muy sencilla: la embajada tiene todos sus teléfonos, excepto uno, cortados por impago.
Para comunicarse con ella, el Ministerio de Asuntos Exteriores ha hallado un sistema mejor que el mensajero. Le envía los recados a la Embajada de África del Sur, ubicada en el mismo edificio de la madrileña calle de Claudio Coello. Cuando el régimen de apartheid aún no había empezado a ser desmantelado, un diplomático español sugirió que, por oportunidad política, los contactos con los guineanos se hiciesen a través de la Embajada de Dinamarca, sita en el mismo bloque.
La propuesta no prosperó. Los guineanos se entendían bien con los surafricanos y no deseaban cambiar dé intermediarios.
La embajada, además, debe unos 80 millones de alquiler de la cancillería a la empresa arrendataria del piso de Claudio Coello, una sociedad filial de Repsol. A la residencia del embajador, Bruno Esono, el Canal de lsabel II le. ha cortado el agua por falta de pago.
En Asuntos Exteriores están acostumbrados a recibir facturas de sastres, colegios y hoteles que los diplomáticos y empleados de la Embajada guineana dejan sin pagar o incluso piden que se remitan a la sede del ministerio. La mayoría de personal tiene una circunstancia atenuante que explica tales prácticas: no suele cobrar con regularidad.
"Ayuda directa"
A veces los guineanos piden directamente ayuda para hacer frente a sus gastos. Le ocurrió al ministro Francisco Fernández Ordóñez el 21 de marzo de 1990, cuando asistía en Windhoek a la ceremonia de acceso a la independencia de Namíbia. El viceprimer ministro, Isidoro Eyi Monsuy Andeme, que encabezaba la delegación guineana, se quejó del coste que suponía para las arcas de su país su viaje de regreso con su séquito . y en vuelo regular a Malabo, y le pidió que les repatriase en su avión de la Fuerza Aérea.
Fernández Ordóñez accedió en parte. Como no tenía mucha confianza en el aeropuerto guineano, prefirió dejarles en la cercana Libreville, pero, con cargo a los fondos reservados, les proporcionó un poco de dinero para que pudieran pasar una noche de hotel en la capital gabonesa antes de volver a casa.
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