_
_
_
_
EL CONFLICTO DE LOS BALCANES

Los refugiados de Dubrovnik dicen que era peor el hambre que el miedo a los bombardeos

PERU EGURBIDE ENVIADO ESPECIAL, Eran rostros poco expresivos por el cansancio, la falta de ilusión, el fastidio de los flashes y la curiosidad de los reporteros. El diálogo fue trabajoso. Un periodista italiano consiguió hacerse entender con la ayuda de un traductor espontáneo. "¿Qué ha sido peor en Dubrovnik: el miedo o el hambre?", preguntó. Y la mujer respondió que el hambre. Lo dijo en croata, pero su gesto fue claro. El buque Slavija, que zarpó el jueves por la tarde de Dubrovnik, la ciudad medieval del sur de Croacia sitiada por el Ejército federal desde el 1 de octubre, atracó a las 0.40 de ayer en Pula, el más nórdico de los puertos croatas.

No eran 5.000 los evacuados que llevaba a bordo, según se había dicho, sino, como mucho, 3.000. Tampoco era exactamente el barco de los ninos, ya que entre ancianos y heridos de perra sumaban una proporción mayontaria del pasaje, el grueso del cual se acomodaba en la bodega, entre los vehículos todoterreno de los observadores de la Comunidad Europea (CE), que han decidido abandonar Dubrovnik hasta que "un acuerdo efectivo, un alto el fuego duradero y garantías de seguridad" personal permitan su regreso, según explicaron en un comunicado.El aire, cargado por la larga travesía, resultaba escasamente respirable y dos niños subieron a correr por la cubierta en cuanto les dieron la oportunidad de hacerlo. Vasos de leche, de zumos de fruta y otros restos de comida se amontonaban en el suelo, donde había menos colchones que pasajeros. Un anciano con el tocado tradicional del sur de Croacia, una especie de kufía, cuidaba a un joven maltrecho. Habría una veintena de heridos recientes. A uno le faltaba un brazo; a otro, una pierna, y los más graves se encontraban en los camarotes de los pisos superiores.

El estado crítico de varios de ellos fue precisamente el motivo por el que el capitán Jovicic, al mando del Slavija, decidió dirigirse a Pula, un puerto al que, aun estando más al norte, se llega unas cinco horas antes que a Rijeka, metida en un profundo golfo. Los heridos graves fueron los primeros desembarcados, en media docena de ambulancias que salieron del puerto a toda velocidad. También fue trasladada inmediatamente al hospital una mujer joven que dió a luz a un nino sólo cinco minutos antes de que atracara el barco, y se sentía mal. Hubo otro niño nacido a bordo del Slavija, que pesó 4,800 kilogramos y fue bautizado corno Slavko. Más suerte tuvo Hrvoje, una niña también nacida a bordo durante el penoso éxodo. Un anciano falleció a resultas de un infarto.

La noche no fue memorable. Llovió a mares e ininterrumpidamente, y el agua anegó las estrechas carreteras del norte de Dalmacia, creando serios problemas al escaso tráfico rodado. Cerca de un centenar de personas aguantaban empapadas tras las vallas metálicas que limitaban el acceso al muelle. La mayoría de ellas eran voluntarios de la Cruz Roja, y sus protestas por la falta de organización eran suficientemente expresivas como para que las entendiera incluso un extranjero. Media docena de policías barbilampiños ejercían la autoridad de la nueva república con exceso de rigor y falta de sentido del mando.

El grupo se fue dispersando poco a poco, empujado por los autobuses que trasladaron a los hoteles al millar y medio aproximado de evacuados que quedaron en Pula. Luego, la nave zarpó hacia la isla de Losinj, donde dejó,a otro millar. La travesía concluyó en Rijeka, a primeras horas de la tarde, cuando el Slavija se acostó junto a un muelle próximo al que utilizan los generales para evacuar por el mar sus canones y carros de combate.

400 huidos

El último tramo de esta singladura había comenzado en Zelenika el puerto montenegrino, a las 4.45 del viernes. Los observadores de la CE constataron que, antes de que los federales lograran controlar el barco, allí se escamotearon unos 400 pasajeros. Se trataba de jóvenes que habían conseguido embarcarse en Dubrovnik a pesar de que no cumplían las condiciones de edad (menos de 16 años o más de 65) impuestas por los serbios. Es difícil imaginar cómo, pero las fuentes consultadas seguran que los jóvenes lograron escapar para buscar refugio entre los croatas de Montenegro, antes de que los serbios les detuvieran con la intención presumible de enrolarles como forzosos en el Ejército.

La travesía fue pesada, sobre todo al comienzo, cuando la mar gruesa hizo muy lento el avance del barco y lo sometió a un balanceo que provocó vómitos generalizados. El malestar se vio prolongado por el desvío del transbordador hasta la base naval de Zelenika, al sur de Dubrovnik para ser sometido a un control por parte de la marina federal.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_