Las palabras y las cosas
La obra de Bruce Nauman (Fort Wayne, Indiana, 1941) sigue siendo una de las más imperdonablemente escasas por lo que a exposiciones se refiere en el ámbito español. Dos ejes fundamentales bastan para considerar a Nauman como el artista más importante de la escena norteamericana reciente: por una parte, las irrenunciables premisas subjectivas que anidan en su trabajo, premisas que proceden de las esferas más simples de la privacidad humana, de la inmediatez de los registros de la infancia o de los más elementales juegos de palabras, aspectos todos ellos que trascienden su aparente simplicidad para lanzarse al vértigo de las alusiones y alegorías de situaciones universalmente comprensibles y más o menos arquetípicas, rastreables en cualquier área de la cultura occidental. En este sentido, la dimensión ontológica de su trabajo brilla con tal intensidad que raramente podría hallarse una obra con tanta sujeción a la existencia y sus avatares, habitualmente los más terribles. En segundo lugar, su obra constituye uno de los pocos corpus homogéneos que se dan en la escena artística actual: a pesar de la multiplicidad de medios, maneras y sistemas expresivos -esculturas, dibujos, obra gráfica, vídeoinstalaciones, instalaciones, películas-, todo Nauman se halla en cualquiera de sus obras, y todas ellas, a su vez, se interrelacionan de modo que constituyen una suerte de cadena ininterrumpida, multiforme y albórea cuyo final resulta harto difícil de sospechar.
Bruce Nauman
Espai Poble Nou. Passatge Saladrigas, 5-9. Barcelona. Hasta finales de febrero.
Intensidad
Aunque no se trate de una instalación hecha- ex profeso para el espacio -como así solía ser siempre-, la exposición de Nauman se presenta cargada de intensidad y de emoción como pocas, y con las cinco obras perfectamente engarzadas entre sí. Dos piezas fundamentales articulan el conjunto: una vídeoinstalación última -siguiendo en la línea de tortura psicológica ya presente en su famoso Clown Torture o en Shadow Puppets and Instructed Mind-, en la que la cabeza del hablante se presenta como ácido trasunto de sus series en cera de colores, y el primer carrusel giratorio con caballos y coyotes despellejados, en frío aluminio -rigor mortis-, a partir del cual aparecieron las series de animales despellejados e híbridos. Dos dibujos de y una pieza reciente con luz y la sombra de una mano, completan esta visión de Nauman, emanadora de una vorágine de cruces e intersecciones de difícil parangón.
Babelia
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