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Feministas japoneses denuncian ante la ONU el juego de cartas 'Basura humana'

Juan Jesús Aznárez

Un grupo feminista nipón ha denunciado ante la ONU un juego de cartas, cuya denominación, Basura humana, no trasluce suficientemente el grado de crueldad machista que encierra. El juego, que cuesta unas 1.300 pesetas, está recomendado para varones mayores de 18 años y consiste básicamente en la compra-venta de 42 colegialas. En los naipes aparecen también enfermos de sida y un salvoconducto para la Mafia de Hong Kong.

Entre risotadas y burlas crueles, despreciada por todos, la joven japonesa fue vendida a cuatro hampones de Hong Kong mientras una señora embarazada sufría terribles vejaciones. En aquella farra, 42 colegialas pasaron de mano en mano y la pareja de homosexuales fue escarnecida sin piedad. Las mordaces bufonadas sobre la mujer eran acogidas con alborozados relinchos de semental y garbanceras acotaciones. Pero todo es un juego de cartas, llamado Basura humana. El pasatiempo ha soliviantado a los 34.000 miembros de la Organización de Mujeres de Sakai. Un total de 90.000 japoneses lo ha adquirido en los grandes almacenes y jugueterías de Tokio y Osaka. "Lo hemos dejado de fabricar, no por las protestas, sino porque tuvo escasa aceptación", declaró Shigeru Kondo, portavoz de la empresa Takara Company. "¿Por qué se interesa usted por este asunto? La compañía dejó de comercializar el juego en noviembre de 1990. Nunca fue nuestra intención discriminar a la mujer. En realidad, Basura humana son los hombres que la tratan así. Lo cierto es que se satirizan los valores masculinos. Ésa es la verdadera interpretación del juego", añade Shigeru Kondo.

Foto y tipo de sangre

El polémico divertimento precisa en su prólogo explicativo lo ficticio de las situaciones de compra y venta de 48 mujeres, cuyas fotografías se adjuntan con informaciones tales como el tipo de sangre, signo del Zodíaco y número de relaciones sexuales. "La primera vez que vi el juego lo asocié a la mentalidad japonesa", subraya Ayako Yamaguchi, presidenta del grupo feminista que exige su retirada del mercado.El escándalo ha surtido efecto y últimamente es imposible encontrar un juego en Tokio. "La verdad es que es degradante", susurraba ayer la dependiente de una céntrica juguetería cuyos propietarios decidieron cancelar la oferta existente.

Comienza la timba. Se trata de descartarse el primero y sumar la mayor cantidad de dinero con la trata de 42 candorosas jovencitas, cuatro versadas mozas de cabaré, una Maritornes de ojos rasgados y la señora gestante. Corta el mazo uno de los jugadores -entre dos y ocho- y se reparte un máximo de 40 naipes de un total de 84 entre comodines, bonos de venta y el salvoconducto para la Mafia de Hong-Hong.

Hay que emparejar las propias cartas con las robadas y encontrar su par a las escolares de coletas y guardapolvos de marinerito, a las chicas de oficina y a una niña de papá que aporta su buena dote. Las vírgenes se cotizan a doblón, y quien robe a la señora embarazada, que aparece con un feto superpuesto, pierde su turno y deberá correr con todos los gastos del aborto. El comodín, con la factura pagada de un cirujano plástico, facilitará el emparejamiento de Maritornes con otra belleza. La carta que representa a dos enfermos de sida abrazándose permite disponer del tipo de sangre necesario para un descarte.

Los costadillos de las cartas recogen el valor numérico de las mujeres, la relación de amantes y cariñosas invitaciones de las jóvenes retratadas. Una de ellas pregunta al jugador: "¿Cuándo me vas a llevar a Disneylandia?"; otra dice: "¿Vendrás mañana a ver a mis padres?".

Tendencias arraigadas

Casi todas se acompañan de una picante insinuación. Gana quien primero se descarta y se clasifican después quienes más yenes han ingresado en el corro. "Esta clase de juegos demuestra tendencias muy arraigadas en el hombre japonés y que se manifiestan en la vida diaria. Espero que esta mentalidad no sea aplicada por otros países que aspiran a ser superpotencias", dice Yamaguchi."Nuestra protesta contra ese trato inhumano es considerada en la sociedad japonesa como una reacción histérica; por eso decidimos trasladar la presión al extranjero". La protesta contra el juego se remitió al Comité de las Naciones Unidas contra la Discriminación de la Mujer y a varias organizaciones feministas de EE UU.

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