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La CE firma con 16 países un acuerdo contra la emigración ilegal

Los 28 países europeos que asistieron a la Conferencia de Berlín sobre emigración ilegal, firmaron ayer un documento que supone, de hecho, una fortificación de las fronteras entre los países ricos de occidente, y los de Europa central y del este, cuyos ciudadanos intentan escapar del penoso proceso de transición a la economía de mercado. Las medidas incluyen reforzar el control de fronteras, puertos y aeropuertos y la creación de unidades móviles para controlar los llamados "puntos débiles" en zonas de difícil acceso por donde entran los emigrantes.

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El peculiar caso español

El documento de Berlín hace especial mención de la lucha contra "las redes criminales que organizan la emigración ilegal", y propone a los Estados signatarios que concluyan tratados bilaterales o multilaterales que impidan la posibilidad de que ciudadanos de un país democrático pueden pedir asilo político en otro. El mejor ejemplo es el ya establecido entre Polonia y España por el que se establece que Madrid ya no concede asilo político a los polacos porque esto supondría desacreditar el proceso democrático de este país.Los países firmantes incluyen a los 12 de la Comunidad Europea, Austria y Suiza, como receptores de emigran'tes, y a Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rurnania, Yugoslavia, Bulgaria, Albania, Estonia, Letonia, Lituania, Ucrania, Bielorrusia, la Federación Rusa, así como la Unión Soviética, como proveedores.

Las medidas contempladas abarcan desde reforzar el control en las fronteras de los países, tanto de carretera como pasos ferroviarios, puertos y aeropuertos, hasta la vigilancia en aquellos puntos de difícil acceso con fuerzas móviles. También se regulan las sanciones contra las compañías aéreas que transporten a extranjeros sin documentos aprobados y las medidas a tomar para devolver a su país a quienes emigren ilegalmente. Para coordinar estas medidas, los 28 países han creado un grupo de trabajo presidido por una troika compuesta por Austria e Italia, por parte de los receptores de emigrantes, y por Hungría como país productor de emigración.

El ministro del Interior alemán, Wolfgang Scháuble, negó que las medidas tomadas ayer supusieran una traición mor al de los países occidentales que durante la guerra fría criticaban al bloque socialista por no permitir el libre movimiento de sus ciudadanos. "Todos,estamos de acuerdo", dijo Schäuble, "en que las migraciones incontroladas pueden poner en peligro la estabilidad de todos los países europeos y deteriorar los contactos armoniosos entre sus pueblos. Queremos libertad de viaje y de movimiento en el futuro, pero eso no significa que exista el derecho de residencia para cualquier persona en cualquier lugar. Un mal uso de esta libertad podría obligarnos a volver a las condiciones del pasado, es decir a las fronteras cerradas".

Racismo y xenofobia

Alemania, que organizó la conferencia, es el país que más ha sufrido hasta el momento la ola migratoria procedente del Este de Europa, que ha provocado incluso una ola de violencia racista y xenófoba protagonizada por grupos neonazis contra extranjeros.

Los políticos presentes en Berlín, sin embargo, encontraron un chivo expiatorio en la forma de las mafias que se encargan de trasladar a los emigrantes ilegales a través de las fronteras. Scháuble las definió como "redes clandestinas que operan internacionalmente haciendo falsas promesas a la gente sobre un espléndido futuro económico e induciéndola a pagar grandes cantidades de dinero, a menudo los ahorros de toda su vida, para luego lanzarla a existencias miserables".

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