Tradición y modernidad
B. Ambrosini
Juventudes Musicales de Madrid. B. Ambrosini, pianista. Obras de Beethoven, Chopin y Debussy.
Orquesta Reina Sofía
Centro para la Difusión de la Música Contemporánea. Orquesta de Cámara Reina Sofia. Director: L. Remartínez. Obras de Luque, Prieto, Larsson y Stravinski. Auditorio Nacional. Madrid, 30 de octubre.
El pasado miércoles, sin movernos del Auditorio Nacional de Música, pudimos entrar en contacto con la modernidad y la tradición. La primera tenía sus puntas de interés en los estrenos de Francisco Luque (Madrid, 1954) y de Claudio Prieto (Palencia, 1934); la segunda, en un excelente recital del pianista veneciano Brenno Ambrosini (1967), que quedó finalista en el último concurso de Santander. Ambrosini posee una técnica sólida y ya muy hecha, como lo demostró en sus versiones de la Sonata en do mayor opus 2 número 3 de Beethoven, en la segunda de Chopin y en tres preludios de Claudio Debussy. A pesar de su juventud, el criterio de Ambrosini se muestra maduro como las realizaciones tocadas a veces de ciertos excesos en los tiempos o en el fraseó. De cualquier modo estamos ante un concertista de seguro porvenir y han hecho muy bien las Juventudes Musicales de Madrid al darle a conocer a nuestro público. La Orquesta de Cámara Reina, Sofía con la siempre competente y bien trabajada dirección de Luis Remartínez puso sobre los atriles junto a las Danzas sinfónicas de Stravinski y un neorromántico y muy bello Concierto para violín del sueco Erik Larsson (Akarp, 1908), magníficamente protagonizado por Nicolás Chumachenco, los estrenos de los compositores españoles citados.
Luque presentó Poisson au bicyclette, escrita por encargo del CDMC, una página, mucho más coherente y relacionada en su contexto de lo que sugiere el título, frase que traducida al castellano vulgar equivaldría a lo del culo y las témporas. La obra del autor madrileño, tan reiteradamente galardonado, obedece a su tantas veces demostrado refinamiento de ideas y procedimientos dentro de una simplicidad calculada y servida por una transparente escritura para cuerdas. Toda la carrera de Claudio Prieto -compositor que bien merece ya el premio de las Artes de la comunidad castellano-leonesa- tiene interés por lo que nos dice y por el mismo curso de su evolución a través de los años. En estos momentos, y de modo muy acusado en su Concierto latino, estrenado ahora y escrito por encargo del V Centenario, Prieto íncide en la estética de sus últimas producciones, tanto por el pensamiento como por el idioma.
Uno y otro evidencian algo de nueva simplicidad, en dirección bien distinta a la de Luque conseguida a través de un largo trabajo y después de una serie de procesos de madurez que parecen decidir la personalidad del músico palentino en sus valores humanísticos e independientes.
Ausencia de vanidad
De carácter lírico y austero a la vez, ausente de cualquier vanidad virtuosística, el concierto tuvo como intérprete principal al profesor Adolfo Garcés (Zaragoza, 1947). Abordó la partitura desde su misma sustancialidad y la expuso con la facilidad que le otorga su dominio de la técnica y la belleza de su cálidad densidad sonora. Los profesores de la Orquesta de Cámara Reina Sofía se identificaron totalmente con el crite rio del solista y del director y así autores e intérpretes recibieron prolongadas ovaciones de un público numeroso e interesado que recibe las distintas expresiones de la música de hoy con la mayor naturalidad.
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