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Tribuna:
Tribuna
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Luz roja

El deterioro de los comportamientos democráticos en el mundo sindical sigue un camino que, sin ser paralelo a otros aspectos de la vida política, es, cuando menos, más que suficiente para encender la luz roja.Esta degradación tiene signos evidentes e incontrovertibles desde el punto de vista público, junto a otros más difíciles de objetivar, aunque igualmente graves. Quienes hemos permanecido largo tiempo de nuestra vida sindical formando parte activa de opciones de carácter minoritario podríamos presentar una interminable letanía de agravios que soliviantarían a las auténticas conciencias democráticas, que haberlas haylas. No es el momento ni el lugar de hacerlo, pero debería quedar claro que el déficit democrático es inmensa, mente mayor en la medida que desciende la importancia cuantitativa de la organización sindical en cuestión.

Doble moral

Por el contrario, las denominadas centrales más representativas podrán denunciar, en un sutil ejercicio de doble moral, las deficiencias democráticas que padece el mundo sindical, pero a estas alturas resulta innegable que algunas de ellas se benefician en la lógica de la inmediatez con la qué actúan en muchas ocasiones, y que en buena medida son copartícipes del escenario sindical que tenemos en el Estado español.

Que 10 meses después de haber finalizado el proceso electoral aún no se hayan proclamado los resultados del mismo es algo que debería preocupar a la comunidad de naciones de la que vamos a formar parte y a la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT). Recordando ahora, y salvando las distancias, los comentarios que se produje ron por el retraso gubernamental en facilitar avances electorales por algunas horas en las pasadas elecciones legislativas y la indiferencia existente en lo referente a los comicios sindicales por parte de los responsables políticos es casi para. tirar la toalla.

Nuestra crítica razonada y constructiva a las elecciones sindicales viene de lejos y no viene esencialmente condicionada a las tradicionales reticencias libertarias a la votación secreta y delegada, sino a la funcionalidad y transparencia del proceso en sí misma.

Las primeras elecciones sindicales se remontan a 1978, y su pretendido objetivo era racionalizar y democratizar los procesos de elección de representantes de los trabajadores en las empresas. El gran adalid de ese proceso es CC OO, que, saliendo de la clandestinidad con unas estructuras mejor dotadas a todos los niveles, pretende asentar su. hegemonía sindical. Las reticencias de UGT y CNT al proceso obedecen no. sólo a la existencia de una clara desventaja inicial, sino a una concepción distinta que poco a poco se va imponiendo: los representantes genuinos de los trabajadores en la empresa son los sindicatos, las secciones sindicales, y son éstas las que nombran a sus cargos representativos. En esas elecciones se eligen un total de 193.112 delegados, venciendo CC.OO, con un 34,45%, frente a un 21,69% de UGT. La suma de los resultadosde ambos alcanzaría el 56,15%.

El proceso se repite de forma periódica en 1980 y 1982 por mor del artículo 67 del Estatuto de los Trabajadores, que posterior mente sería reformado ampliando el periodo a cuatro años. Los . resultados de ambos procesos arrojan datos de interés: desciende el número de representantes elegidos, 164.617 en 1980 y 140.770 en 1982; cambio de la orientación sindical mayoritaria: en 1982 vencería UGT, con un 36,71%, frente al 33,40% de CC OO, mientras que en 1980 se reducían las distancias, 30,86% de CC OO y 29,27% de UGT, y acentuación ostensible del bisindicalismo, con un 60,14% de re presentantes, sobre el total en 1980 y el 70, 10% en 1982.

El periodo 1980-1982 es decisivo en otros muchos aspectos: al producirse la entrada en vigor de la Ley 8 / 80 (Estatuto de los Trabajadores), al estallar las primeras polémicas entre CC OO y UGT por el periodo de cómputo en 1982, que entonces era competencia del Instituto de Mediación, Arbitraje y Conciliación (IMAC), y al establecerse los primeros acuerdos de subvención a los sindicatos, que se cobraron por primera vez en 1982.

El Estatuto establecía (disposición adicional 6ª) un mínimo del 10% de representantes sindicales para acceder a los privilegios reservados a los sindicatos más representativos. Esta cifra supone una vuelta de tuerca más a favor del bisindicalismo; es excesiva con respecto a nuestro entorno (en Francia es del 5%); no resiste comparación con las normas vigentes para la representatividad política, y nos consta que en nuestro país también se barajaron otras más bajas (el señor Calvo Ortega seguramente podría confirmarlo), para terminar finalmente- imponiéndose los intereses del tándem CEOE-UGT, en aquellos momentos en plena luna de miel, y que nos obsequiaron con los ABI y AMI de triste recuerdo.

Subvenciones

Sin una norma clara que lo amparase se establecieron los primeros acuerdos de subvención a los sindicatos (cláusula secreta del Acuerdo Nacional sobre elEmpleo), al parecer a cuenta del patrimonio sindical acumulado, y que inicialmente pretendían .que fueran exclusivas para los sindicatos más representativos. La CNT recurrió a los tribunales con la pretensión de anular las citadas subvencionús, y quizá con ello tendríamos ahora una norma transparente (Ley de Subvención a los Sindicatos), que algunos reclaman ahora. Sin embargo, los tribunales (Audiencia Nacional, Tribunal Supremo y Tribunal Constitucional), aceptando en parte los argumentos del recurso, no resuelven la anulación de las subvenciones, sino qije les otorgan legitimidad, eso sí, haciéndolas extensibles a todos los sindicatos sin discriminación en función de su representatividad.

La Ley Orgánica 11 / 85, de Libertad Sindical (LOLS), corroboraba los criterios que se habían asentado con anterioridad, y pese aque se ejerció el recurso de anticoñstitucionalidad, entre la sorpresa y el estupor, superó la prueba.

Con anterioridad. al proceso electoral de 1986, el Gobierno socialista procedió a regular el marco normativo de las elecciones sindicales con los reales decretos 1.256 y 1.311, que, lejos de resolver las polémicas ya existentes sobre fraude o.cómputo, hizo que las mismas se generalizaran. Lo más flagrante quizá sea el Real Decreto 1.256, que otorga a los sindicatos más representativos la potestad de ser juez y parte, al tener una presencia exclusiva y decisiva.en las comisiones de proclamación de resultados.

Los resultados electorales de 1986 consolidan lo apuntado en 1982: UGT ganaría con un40,19% frente al 34,27% de CC OO; el bisindicalismo se acentúa, con un 75,46% sobre el total, y como particularidad se frena la tendencia descendente en el número de representantes, con un total de 177.484, es decir, 36.714. más que en 1982.

Las acusaciones de fraude, que nunca habían dejado de estar presentes, se acentúan de forma alarmante: empresas inexistentes, actas falsas, elecciones no realizadas, etcétera. El editorial de EL PAÍS del 21 de noviembre de 1986 era así de elocuente: "Las elecciones sindicales se están desarrollando en medio de un vergonzoso cúmulo de acusaciones, supuestos fraudes, presuntas falsificaciones- de actas, amenazas y coacciones reciprocas que en nada favorecen a la credibilidad de los propios sindicatos ni del mismo sistema electoral".

De nuevo en 1990 se repite el proceso sin tocar una coma de la normativa de 1986, objeto de la polémica, sin que el supuesto fraude haya pasado de ser, en el mejor de los casos, "actas no computables", sin que la autoridad competente haya investigado y sacado conclusiones y, como era de suponer, el espectáculo se ha reproducido y aumentado.

La normativa permite que una organización pueda condi cionar el ritmo, día y hora de to das las. demás; se facilita la labo de los hombres del maletín, que dividiéndose los polígonos in dustriales en función del calen dario preestablecido, a sueldo a comisión, sustituyen lo que de biera ser un sano ejercicio de la democracia obrera. Naturalmen te, ésa no es la generalidad: en la medianas y grandes empresas donde se da un pluralismo, la elecciones tienen su propia diná mica, pero sí lo es, le pese a quie le pese, en buena parte de las pe queñas, donde la misma -LOL se encargó de reprimir y recorta la actividad de las secciones sin dicales.

La conclusión de todo ello e que los resultados obtenidos e la pequeña empresa en un proce so fuera de control prevalece sobre los obtenidos legítimamen te. Mientras que con menos de 10 votos se puede obt9ner un de legado en la pequeña, en la grandes 200 votos pueden no se suficientes para obtenerlo.

Fraude

Hay un dato enormente esclarecedor para confirmar la existencia de un determinado nivel de fraude. El número de represen tantes totales elegidos constituiría una gráfica deácendente entr 1978 y 1982, con un 27,7%, par iniciar un crecimiento a partir d 1986, que es previsible que se acentúe en 1990. Es decir, existe una relación directa entre la implantación de las subvenciones el crecimiento de las cifras glo bales.

A 10 meses de la finalizació del periodo de cómputo (13 de diciembre de 1990) seguimos esperando conocer los resultado de un proceso electoral, en plen égida de las nuevas tecnología menudo contraste y menudo pa pelón ante Europa. El desaguisa do está servido, y la pestilenci resulta inevitable.

Las soluciones serían sencillas si existiese voluntad política: la necesidad de objetivar (entende mos que los resultados electora les no deben ser el único criterio a valorar) y dotar de transparen cia a las subvenciones a los sindicatos es evidente; la responsabil dad que los poderes públicos tienen ante la sociedad así lo exige. No estamos hablando de pequi: ñas cantidades: CC OO y UGT han percibido por su representa tividad por encima de los 10.00 millones de pesetas del Gobiem central, sin contabilizar otro conceptos o lo recibido por ent dades interpuestas. Aun así, el bisindicalismo encuentra y en contrará resistencias a su mo delo.

Por otra parte, si por lo genc ral los procesos electorales está sujetos al control de órganos judiciales y violentarlos es un del to, así debe ser también en la elecciones sindicales, impidiend que los que cometan fraude puedan,tener voto en las coim siones de proclamación de resultados. Apuéstese por la plural dad, igualdad de acceso a los mc dios públicos, capacidad de cor vocatoria para, todos, legalización de acuerdos intersindicale etcétera. Si media Europa está viviendo una explosión de plura lismo, si nuestra sociedad polít camente lo es, ¿a qué obedece interés por conducir y manipula los destinos obreros y sindicales".

José March es secretario general de Confederación General del Trabajo.

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