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Prohibido pasar: peligro para la paz

Juan Carlos Sanz

No pasar. Peligro para la paz. Así podría rezar un cartel imaginario plantado en las carreteras de acceso a Madrid, que desde ayer están custodiadas por 10.000 policías y cercadas por kilómetros de cordones de seguridad y millares de vallas. Así se han delimitado los perímetros donde se desarrollará la Conferencia de Paz sobre Oriente Próximo. Con menos plazas de aparcamiento y algunas calles cortadas, muchos madrileños han dejado el coche en casa. Mientras, la curiosidad de los vecinos se ve sobresaltada por la clásica amonestación policial: "¡Circulen! Aquí no se puede estar".

La fluidez de la circulación en la ciudad se resintió ayer, aunque menos de lo previsto. "La intensidad media del tráfico ha sido incluso inferior a la de un lunes normal; parece que muchos ciudadanos han dejado el coche en casa y han optado por el transporte público", apuntó ayer un portavoz del Gabinete Municipal de Información de Tráfico. Las fuerzas de seguridad han cercado los 47 hoteles de lujo, las embajadas de los países que participan en la conferencia de paz y, sobre todo, el palacio Real, sede de las negociaciones, y el centro de prensa, situado en el pabellón de cristal de la Casa de Campo.

Mientras, los madrileños se resignan a sufrir una semana de atascos. "Todo sea por la paz", alegaba al mediodía de ayer el propietario de un quiosco cercano al hotel Victoria, en la céntrica plaza de Santa Ana, donde se alojará la delegación jordano-palestina. La plazuela de la Puerta del Ángel, habitualmente reservada al aparcamiento, ya estaba ocupada por furgonetas del Cuerpo Nacional de Policía. Una docena de españoles y palestinos aguardaba ante la puerta del hotel para saludar la llegada de los negociadores. "No somos de ninguna organización; sólo simples ciudadanos que desean la paz", aseguraba una mujer que portaba un cartelón donde podía leerse, en árabe y en castellano, Bienvenidos.

La moto, en casa

A la salida de las clases del centro de formación profesional Afuera -situado frente al hotel Victoria- medio centenar de estudiantes se arremolinaba para curiosear entre risas."No, no sabemos quiénes van a venir al hotel; creo que son los palestinos", comentaba un alumno que ayer tuvo que dejar la moto en casa para ir en metro a clase.

"¿Peligro? ¡Que va!, aquí no va a pasar nada...", repuso otro estudiante, quien no pudo continuar su explicación porque un agente policial dio tajantemente por terminada la conversación: "¡Vamos, circulen! Ya les he dicho que aquí no se puede estar".

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Enfundados en un chaleco antibalas, agentes de la Guardia Civil custodian el palacio de Oriente, donde mañana comenzarán las sesiones. A lo largo de la calle de Bailén, prácticamente vallada, varias tanquetas han tomado posiciones.

Cerca del Museo del Prado en la glorieta de Neptuno, se encuentran los hoteles Palace donde se instalará la delegación norteamericana, y Ritz. Los vehículos que pretendían acceder al garaje del Palace eran rigurosamente registrados. En principio se creyó que no habría plazas de hoteles de lujo en Madrid, pero finalmente sólo se ha confirmado el 40% de las solicitadas.

La Policía Municipal movilizará a 1.000 agentes -500 por turno- de los 4.500 que hay en su plantilla, procedentes de las unidades de Servicios Especiales, Seguridad, Tráfico y Protección Ciudadana, informa Ana Alfageme. Estos efectivos se dedicarán básicamente a vigilar las limitaciones de tráfico y aparcamiento y proporcionar servicios de escolta a las comitivas de la conferencia. Los agentes de Protección Ciudadana y Servicios Especiales, que se mueven por toda la ciudad, estarán sólo en la zona centro.

Por su parte, 4.000 agentes del Cuerpo Nacional de Policía procedentes de las unidades de la reserva (antidisturbios) han llegado a Madrid para hacerse cargo de la seguridad de la reunión, según fuentes de Interior. La protección policial habitual en las calles de Madrid no se verá mermada, ya que los agentes proceden de dotaciones de otras provincias.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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