El Gobierno británico quiere pagar al maestro según los resultados del alumno
El Gobierno británico ha decidido introducir la lógica del capitalismo moderno -a más productividad, mejor salario en un ámbito libre hasta ahora de tales sutilezas: la escuela. El ministro de Educación, Kenneth Clarke, quiere que los sueldo de los maestros dependan de los resultados de sus alumnos. La propuesta ha causado profunda irritación en los sindicatos de enseñantes.
Clarke ha definido las líneas básicas de esta nueva política salarial en un documento enviado al organismo encargado de establecer los sueldos de los maestros. El ministro ya había propuesto con anterioridad que se concediera algún tipo de incentivo económico a los maestros más productivos, pero los jefes de educación locales y los directores de centros escolares se habían negado por considerar que no había sistemas objetivos para medir la productividad en este terreno, y que la discriminación salarial hubiera roto la necesaria cooperación entre los enseñantes. Kenneth Clarke, totalmente respaldado por el primer ministro, John Major, pretende haber encontrado al fin la respuesta a ambas objeciones. Respecto a los métodos para medir la productividad, el ministro sugiere una combinación de los siguientes: los resultados en los exámenes, el nivel de asistencia a clase y la calidad de los destinos en centros de enseñanza superior obtenidos por los alumnos aprobados. Sobre la segunda cuestión, propone la creación de equipos de maestros dispuestos a compartir los avatares salariales que les deparen sus alumnos.
Campeonato escolar
La puesta en práctica de este sistema corresponde en realidad a los directores escolares, ya que la ley les concede casi total autonomía a la hora de decidir a qué destinan su presupuesto. Éste, lógicamente, dependerá igualmente de la productividad de la escuela. Para evaluarla, el Gobierno dispondrá de una especie de campeonato escolar, que al término de cada curso permitirá establecer una clasificación general de los colegios, de acuerdo con los resultados obtenidos por sus alumnos. Esta clasificación debe permitir a los padres elegir colegio con conocimiento de causa. Existe una contradicción interna en todo esto, y el ministro lo reconoce: si el director de un colegio (supongamos que bien situado en la clasificación general) tiene unos maestros muy productivos y les aumenta sensiblemente el salario, le queda menos dinero para mejorar las instalaciones y contratar nuevos enseñantes. La solución propuesta por Kenneth Clarke es reducir sin límite el salario de los jóvenes maestros que se incorporen a la profesión. Ya ganarán más, se supone, cuando demuestren que son muy productivos.
Los sindicatos han puesto el grito en el cielo. En un año especialmente delicado en materia salarial, con peticiones de aumento que oscilan entre el 15% y el 26%, y al cabo de una década de empeoramiento en las condiciones de vida de los maestros, el plan de productividad puede ser la gota que colme el vaso. El organismo que :estudia las tablas salariales debe responder a la propuesta ministerial a principios del año próximo. Un portavoz de la Asociación Nacional de Maestros expresó ayer su confianza en que el plan sea rechazado por esa comisión "para que no tengan que echarlo abajo los propios maestros".
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