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Robarnos a todos

La Oficina de Objetos Perdidos del Ayuntamiento de Madrid sufre su primera sustracción

Ana Alfageme

La noche del 16 al 17 de octubre, un caco se cargó dos cristales de la Oficina de Objetos Perdidos del Ayuntamiento de Madrid. Se llevó seis cámaras fotográficas, un par de gafas de sol, más de 130.000 pesetas, varias tarjetas de crédito y el billetero de una señora llamada Carmen Motos. Un botín no muy sabroso teniendo en cuenta que en la centenaria oficina hay 3 1.000 objetos que esperan su dueño. Son bienes sin nombre contra los que nadie antes intentó atentar, dicen los funcionarios. Aquella noche, el ladrón nos pudo robar un poco a todos.

El caco lo tuvo fácil. Para acceder a la nave de 2.500 metros cuadrados en donde conviven de buen grado paraguas, cajas de El Corte Inglés con más paraguas, ruedas robadas, llaveros, muletas, bastones de esquiar y dentaduras postizas, el hombre sólo tuvo que esquivar a los dos vigilantes jurados que patrullan por el recinto del antiguo mercado de verduras y flores, en la plaza de Legazpi, donde el Ayuntamiento tiene otras dependencias; y después, como afirma el responsable de la oficina, Máximo Román, romper un cristal emplomado que cae sin ruido; escalar la fachada del barracón de la oficina y, tras caminar por su techo, fracturar uno de los muchos cristales que rematan la nave.

Huesos y ostras

El caco revolvió la oficina donde se guardan los objetos perdidos en los dos últimos meses y se llevó seis cámaras, dos gafas de sol, una funda de lentes con 1. 100 dólares dentro (más de 110.000 pesetas), 5.500 pesos chilenos, 25 libras esterlinas y 17.358 pesetas, además del billetero, con todo tipo de documentación, de Carmen Motos. También sustrajo varias tarjetas de crédito que fue hurtando de sendas carteras durante el curso de la fechoría.

"Hubo suerte: no tocó la caja fuerte -donde se guardan las joyas y las sumas gordas de dinero- ni forzó un cajón donde había dinero", comenta uno de los cuatro funcionarios. Al mismo tiempo que se ponía la denuncia, la policía detuvo alcaco, providencialemente, y recuperó parte de los bienes. Pero siguen en paradero desconocido las dos cámaras más caras, los dólares, 12.000 pesetas y la cartera de la pobre Carmen Motos.Los funcionarios dicen que los "bienes muebles" que reposan en la oficina están desprotegidos. Los objetos ingresan a razón de 15.000 al año y se quedan allí 24 meses como mucho. Si nadie reclama, se devuelven al solidario hallador que los llevó. Las llaves -lo que más se debe de perder, porque allí es de lo que más hay- y los documentos se destruyen.

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A Objetos Perdidos sólo llega un 5% de las 300.000 cosas que los madrileños olvidan en el asiento del taxi o del autobús o en la caja de unos grandes almacenes al ir a pagar, según calcula-Román. Y los bienes robados. "El resto se lo queda la gente". Por cierto, El Corte Inglés es el más importante proveedor de la oficina. Sólo en julio, entregó unos 400 objetos.

No se recuerda otro robo en esta peculiar oficina, donde, en vez de informes y papeles, se guardan, etiquetados, los chismes más curiosos.Por allí han pasado las cenizas de una muerta olvidadas en un taxi, un saco de huesos, la manta entera de un joyero -3.800.000 pesetas en canaly hasta una caja de ostras la víspera de Navidad. Y ayer mismo, el vestuario entero del Ballet Clásico de París.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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