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Dos orejas bien ganadas y luego devueltas

Toril / Sánchez, HigaresNovillos de El Toril, serios y cuajados, 1º, 3º y 5º inválidos, 2º poderoso (derribó dos veces); de juego desigual, en general con casta.

Manolo Sánchez: pinchazo hondo, un peón ahonda el estoque antes de sacarlo y descabello (aplausos); estocada (oreja); seis pinchazos y se acuesta el novillo (silencio).

Óscar Higares: estocada saliendo trompicado (oreja); pinchazo, dos más perdiendo la muleta -aviso-, estocada trasera tendida perdiendo la Tuleta y descabello (silencio); pinchazo hondo y estocada baja perdiendo la muleta (aplausos).

Plaza de Las Ventas, 20 de octubre. Media entrada.

Manolo Sánchez y Óscar Higares cortaron una oreja muy bien ganada cada uno, luego la devolvieron. No tenía mucha lógica esa devolución y quizá debería atribuirse a razones psicológicas, acaso a la conmoción que ambos espadas debieron sentir al verse premiados nada menos que en Las Ventas y con muchas posibilidades de salir a hombros por la puerta de Madrid. Acaecieron los fastos en el segundo y tercer novillos, y después ya no hubo más fastos; en su lugar, voluntariosas porfías, frío creciente, la noche cayendo.

El primer novillo de Higares tenía trapío, correteaba abanto, blandeaba al sentir el hierro, se endurecía en la brega con el peonaje, derribó dos acorazadas de picar enteras y, en la segunda, al picador Miguel Ángel Herrero, que cayó lejos y descubierto, lo arrebató del suelo con saña de barrabás y lo campaneó entre las astas. Como se suele decir en la jerga taurina, le cogió como para matarlo. Pero no lo mató ni nada que se le parezca. El hierro con que protegen los picadores su pierna derecha impidió que el cuerno hiciera carne, y el picador campaneado se incorporó harto enfurecido, corrió hacia el jamelgo, lo montó de un brinco, requirió la vara, y ya estaba pertrechado para dar respuesta a la brutal agresión. El picador y su jamelgo componían una hermosísima estampa que no habría mejorado el Marco Aurelio ecuestre. Los ve Velázquez, y los pinta.

Con aquel novillo complicado en el ruedo, casi nadie se habría atrevido a predecir faena. Pero la hubo, y buena. Óscar Higares se dobló por bajo ganando terreno; toreó ligado y cargando la suerte. Lisa y llanamente, estaba interpretando el toreo puro; el toreo que apenas se ve. Sobre todo en los naturales, en los pases de pecho, en la trincherilla, en el ayudado a dos manos, hizo óscar Higares hondo y auténtico el toreo.

Cuando un espada torea así, y la corrida es mano a mano, y hay en el tendido una afición analítica, puede provocar que al otro espada se crezca y esto fue lo que le ocurrió a Manolo Sánchez en su posterior comparecencia. La verdad es que le correspondió otra catadura de novillo, debilucho y nobletón, pero con semejantes toros se ve también a dónde llega el arte de los toreros, y Manolo Sánchez no sólo dio la medida sino que la rebasó con creces. Lavarledad de suertes que empleó, el gusto con que embarcaba la pastueña embestida, la cadencia de cada pase, la armonía del conjunto hasta desembocar en una fantasía de trincherazos, encendieron en la plaza el entusiasmo, y al cobrar un estoconazo que tiró al novillo sin puntilla, su triunfo fue total.

A mitad de corrida ya tenía cada torero una oreja bien ganada y, con otra, se les habría abierto la puerta grande. Mas, inexplicablemente, ambos se vinieron abajo. Manolo Sánchez, que había dibujado el buen toreo en el primero -aunque la invalidez del animal le restó méritos-, al quinto le ahogó la embestida y, además, abusó de esa tendencia que tiene a meter el pico, perder un paso, esconder atrás la pierna contraria. Óscar Higares estuvo voluntarioso en sus restantes novillos, llegó a recibir al sexto con tres largas cambiadas de rodillas y, sin embargo, les hizo faenas torponas, descentradas, escasamente imaginativas.

Es decir, que en vez de conseguir más orejas, Sánchez e Higares devolvieron las que habían ganado a ley. Lo cual no era grave, dadas las circunstancias, ni les descalifica tampoco. Antes al contrario, a la afición madrileña le gustaría verles de nuevo; y si es otra vez mano a mano, mucho mejor.

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