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Un 'asesino solitario' mata a tiros a 22 personas en un pueblo de Tejas

Antonio Caño

Una matanza escalofriante cometida por un ser anónimo en uno de esos parajes aislados del centro de Tejas, con un horizonte de ranchos y polvo, estremeció ayer a este país. Al menos 22 personas murieron en una cafetería de la ciudad de Killeen a manos de un hombre que se suicidó después en los lavabos del mismo establecimiento. Se trata de la mayor tragedia de estas características ocurrida en Estados Unidos.

Los primeros relatos del crimen, todavía confusos y contradictorios, hablan de una de esas matanzas absurdas típicamente norteamericanas cometidas por un loco que quiso arrastrar con él hacia la muerte a todos los (que encontró en su camino.El asesino parecía querer repetir aquellas escenas protagonizadas por los matones del western en esas mismas tierras. Alrededor de la una de la tarde de un día luminoso y todavía caluroso irrumpió a bordo de su furgoneta azul en la cafetería Luby's de Killeen, Tejas, a unos 250 kilómetros de Dallas, cuando algunos trabajadores comían sus sandwiches del mediodía y unas pocas señoras de edad gastaban sus horas.

Los testimonios son terminantes. "El hombre salió del camión y dijo: 'Esto es lo que me ha hecho el condado de BeIl", declaró Sheldon Smith, un vecino que se hallaba en el restaurante. "Cuando empezó a abrir fuego, lo hizo sobre un hombre al que había atropellado con su camión y que intentaba levantarse. Entonces apuntó hacia las personas que hacían cola ante la caja y disparó a discreción", añadió Smith.

Desde el mismo asiento de su vehículo -uno de esos automóviles de grandes ruedas y potentes luces que asustan con su Sola presencia- disparó su pistola automática "a tanta velocidad como le permitía el gatillo", según contó uno de los testigos.

Se tomó tiempo. Con la frialdad del que cree matar por designio divino, empleó entre veinte y treinta minutos en dejar sin vida a todos cuantos se cruzaron en su vista. Recorrió, al parecer, el establecimiento durante unos minutos para rematar su obra y entró después en los lavabos del local, donde, sin saberse por qué necesitó ese momento de intimidad, se disparó un tiro en la cabeza. Una última versión sin confirmar indica que el asesino pudo haber sido alcanzado desde fuera por una bala de la policía.

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Asistencia médica

Según informes de la policía el asesino, de unos 30 años, empuñaba una pistola automática de nueve milímetros que carga 17 tiros y fue recargada varias veces.

Desde la cercana base militar de Fort Hood llegaron las primeras ambulancias y médicos para atender a la veintena de heridos que el criminal dejó en su rastro. Los gritos y la histeria general, hicieron muy difícil en un principio calcular con exactitud la magnitud de la matanza.

Sí quedó claro desde el comienzo que nadie recuerda nada de estas proporciones en este país desde que en, 1984, en el McDonalds de San Ysidro, Califorma, el veterano de la guerra de Vietnam James Huberty, vestido con ropa de combate, pusiera fin a la vida de 21 personas que comían hamburguesas. Huberty fue abatido por las balas policiales. El saldo de ayer es escalofriante, por mucho que Estados Unidos haya sido con frecuencia escenario de este tipo de asesinatos múltiples.

También en Tejas, cerca de Killeen, en la ciudad de Austin, en 1966 un hombre se subió al tejado de la universidad con un rifle de alta precisión y se dio el siniestro placer de matar a 14 personas antes de que la policía acabase con su propia vida.

Anoche nadie era capaz todavía de imaginar cuál había sido el móvil del asesino de Killeen, ni se había podido determinar su identidad. En esa pequeña ciudad tejana todo el mundo se conoce y se saluda por las calles, por lo que se sospecha que el criminal venía de otro lugar y eligió ese restaurante con la misma arbitrariedad macabra con la que eligió a sus víctimas.

Ni siquiera se había informado todavía de si el autor de la matanza era un hombre joven o maduro, aunque ciertas especulaciones adelantaron la posibilidad de que se tratase de un militar, dada la proximidad de la base y su demostrada habilidad en el manejo de armas automáticas. Todas las cadenas de la televisión norteamericanas, todavía no repuestas del esfuerzo de la transmisión del escándalo político sexual Thomas-Hill, interrumpieron sus programaciones para informar sobre la tragedia.

En Washington la preocupación ese día eran los programas contra el desempleo. En Georgia los negros celebraban el triunfo del juez Clarence Thomas. Pero en Tejas, un personaje en el que al parecer nadie se había fijado, planeaba su venganza contra la humanidad.

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