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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El ejemplo electoral de Bulgaria

LAS ELECCIONES del domingo en Bulgaria han constituido un gran éxito para la Unión de Fuerzas Democráticas (UDF), que, habiendo encabezado la oposición en los últimos dos años, se convierte en el primer partido del país. Los antiguos comunistas -con su actual nombre de Partido Socialista Búlgaro (PSB)- han sufrido un descenso acusado: si en la elección anterior, en junio de 1990, habían logrado cerca del 50% de los sufragios y una holgada mayoría absoluta en el Parlamento, ahora se sitúan en torno al 30%, lo cual se traducirá en el abandono de algunas de las posiciones de poder que aún conservan. Una tercera fuerza política va a desempeñar un papel importante en el nuevo Parlamento: el partido de la minoría turca, Movimiento por los Derechos y las Libertades (MDL). Duramente perseguida por el régimen comunista y con un líder carismático, Ahmed Dogan, esa minoría ha votado cohesionadamente y ha obtenido el 7% de los votos. Como partido bisagra, el MDL podrá ejercer una influencia importante.Las elecciones búlgaras ponen fin a un cliché que ha sido muy frecuente en los comentarios sobre el poscomunismo: la asimilación de los casos rumano y búlgaro, partiendo de que en ambos la carencia de tradiciones democráticas y la estructura predominantemente agraria habían facilitado a las nomenklaturas comunistas conservar el poder, con simples cambios de nombre y de fachada y manipulando las consultas electorales.

La diferencia principal que se ha manifestado en Bulgaria ha sido la aparición, en lugar de los partidos tradicionales, de fuerzas democráticas nuevas, vigorosas, implantadas sobre todo entre los jóvenes, y a la vez con una apreciable capacidad de diálogo y de negociación políticas. Esas fuerzas, agrupadas en la UDF, lograron en el último año, mediante sus presiones en la calle combinadas con la búsqueda negociada de fórmulas de transición, la dimisión del presidente de la República, Petar Maldenov, ex comunista, y que le sustituyese una figura prestigiosa como Jelo Jelev, cuyo papel conciliador y arbitral a la cabeza del Estado ha sido muy positivo.

La presión popular, estimulada por la UDF, consiguió asimismo la convocatoria de unas elecciones anticipadas, que son las que se celebraron el pasado domingo. Su desarrollo se ha caracterizado por un clima de serenidad y tolerancia, como han subrayado todos los observadores. Bulgaria ha dado con estas elecciones un paso decisivo para acceder a una democracia de verdad. Ello no significa que no puedan surgir obstáculos graves para crear el próximo Gobierno. El grupo dirigente de la UDF, respaldado ahora por las urnas, es contrario a toda cooperación con el PSB. Ello puede entrañar dificultades a la hora de formar un Gobierno con mayoría en el nuevo Parlamento. Pero Bulgaria ha pasado una página y entra en una nueva etapa.

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