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La guerrilla filipina decreta la tregua

Los rebeldes celebran el rechazo senatorial a las bases americanas

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIAL La guerrilla comunista filipina, escondida desde hace 22 años en manglares y montañas de este archipiélago del Pacífico, declaró por primera vez un alto el fuego unilateral para celebrar la no ratificación del tratado con Estados Unidos y la eventual salida del país de las tropas norteamericanas, que ya no es segura después de que la presidenta, Corazón Aquino, revocara la orden de desahucio y prorrogara esa presencia militar al menos durante un año.

Aislada ideológicamente y sin posibilidades de un triunfo militar sobre el Ejército a las órdenes del general Lisandro Abadía, la guerrilla ofreció esta semana negociaciones directas con el Gobierno de Corazón Aquino para acabar con una contienda que ha cubierto de miles de tumbas los cementerios de las islas.El Frente Nacional Democrático, una coalición de 14 grupos izquierdistas dominados por el ilegal Partido Comunista de Filipinas y su Nuevo Ejército del Pueblo, anunció el pasado día 11 el cese de las hostilidades al dar por segura la derrota del tratado en el Senado, pero advirtió que reanudará sus ofensivas guerrilleras si Estados Unidos no retiraba sus tropas en el plazo de un mes. La moratoria de un año concedida a Washington por el Ejecutivo de Manila para el repliegue norteamericano y la casi segura convocatoria de un referéndum sobre las bases no permiten albergar muchas esperanzas sobre el comienzo y feliz conclusión del proceso que necesita esta nación. desangrada en cíclicas batallas contra los desastres naturales y en rebeliones de uno y otro signo.

Alentados por la reciente ocupación de la base fortificada rebelde de Campo de Venus, en los riscos del sur de Luzón, y las bajas infringidas en los últimos choques, los militares buscan una difícil victoria armada sobre el Nuevo Ejército del Pueblo más que la aceptación de la tregua propuesta. Benjamín Enrile, portavoz del Ejército filipino, duda de la sinceridad de la oferta de paz y ha exigido la entrega de las armas.

Las Fuerzas Armadas, con 28 millones de dólares anuales dedicados a la gratificación de 65.000 paramilitares, aseguran haber reducido de 7.800 a 4.800 el número de aldeas en poder de la guerrilla y haber diezmado las fuerzas irregulares comunistas de 25.000 hombres hasta. menos de 16.000 alzados. El general Abadía confía en acabar con los 16.000 o conseguir su rendición en el curso de los dos próximos años. Sin embargo, y aunque peor pertrechadas que la infantería, caballería y aviación equipadas por Estados Unidos, las fuerzas del Nuevo Ejército del Pueblo escapan de una provincia a otra, y los más de 20 años de lucha y bombardeos no parecen haber mermado decisivamente una capacidad de asalto demostrado en la toma de varios cuarteles rurales.

Arriesgado envite

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El Gobierno de Corazón Aquino, en su arriesgado envite por la base de la bahía de Subic y la convocatoria del plebiscito, se coloca en la mirilla de la guerrilla, que puede revocar en cualquier momento su oferta e intentar a sangre y fuego el boicoteo de una consulta que los 12 senadores contrarios a la presencia de EE UU denuncian como inconstitucional.

La decisión, por otra parte, parece haber calmado las preocupaciones de ese otro frente armado, que, en los comedores de oficiales de los regimientos de Manila, reclama la amnistía para el fugitivo teniente coronel Gregorio Gringo Honasan y los mandos que le secundaron en el frustrado golpe derechista de 1989. Los implicados en la intentona salen poco a poco de las prisiones y en las catacumbas involucionistas del estamento militar parecen encontrar Corazón Aquino y la democracia filipina una amenaza más grave que en los alejados campamentos de la guerrilla.

La presidenta informó el martes que había dado orden al general Abadía para que efectúe un estrecho seguimiento de las actividades de los militares encarcelados y le pidió prudencia en sus gestiones para conseguir la entrega de Gringo Honasan, quien todavía disfruta de una considerable popularidad en el mundo castrense.

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