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LA REVOLUCIÓN DE AGOSTO

Rusia controlará el arsenal nuclear soviético

Soledad Gallego-Díaz

El armamento nuclear con que ha contado la Unión Soviética hasta ahora pasará no sólo a concentrarse en territorio de Rusia, sino también a depender del presidente y los organismos oficiales de esta república. Así por lo menos se puede deducir tanto del protagonismo que está adquiriendo en este tema Borís Yeltsin como de unas recientes e inadvertidas declaraciones del antiguo ministro de Asuntos Exteriores, Edvard Shevardnadze: "Las armas nucleares de Ucrania y Kazajstán serán trasladadas a Rusia, y aunque exista un presidente de la Unión que sea responsable de ellas, creo que es lógico que el Gobierno ruso reclame su derecho a participar en ese control".

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Una de las principales preocupaciones de Mijaíl Gorbachov y del propio Borís Yeltsin tras el fallido golpe de Estado fue tranquilizar a las antiguas repúblicas soviéticas y al mundo occidental, afirmando que las armas nucleares nunca estuvieron en poder de los golpistas. Aunque la información oficial ha sido escasa, éstos llegaron a controlar alguno o algunos de los mecanismos necesarios, pero parece que el último botón estuvo siempre en posesión de Gorbachov, bien porque lo llevara con él, bien porque esté vinculado a su propia persona.En cualquier caso, el problema que se plantea ahora es de otra naturaleza. La persona de quien dependa en último término el uso del arma nuclear será siempre el auténtico protagonista de la política exterior de la Unión que se pretende crear. Será quien negocie con EE UU los tratados de reducción y a quien sea imprescindible consultar en caso de crisis.

Protagonismo directo

Hasta ahora ese papel ha correspondido a Gorbachov, pero nadie cree hoy en Moscú que Yeltsin renuncie no ya a influir en la sombra, sino a adquirir el protagonismo directo. Sería Rusia, y no la futura y eventual Unión, la que recuperaría su histórica presencia en el concierto internacional como una gran potencia dotada con armas atómicas. Los actuales acontecimientos parecen dar la razón al cabo de los años al general De Gaulle, que jamás habló de la URSS, sino simplemente de Rusia, para desesperación de asesores y ministros.

Yeltsin no ha hecho nada hasta ahora que desmienta esta interpretación. Bien al contrario, se esfuerza por dejar claro que aunque formalmente siga siendo Gorbachov el máximo responsable en temas nucleares, es él en la realidad con quien hay que hablar. En la entrevista a dúo realizada por la televisión norteamericana, y retransmitida en España por Canal +, Gorbachov respondió a una pregunta sobre seguridad nuclear en unos segundos mientras que Yeltsin se extendió ampliamente. En otra entrevista concedida el pasado sábado en solitario a varias cadenas internacionales (TVE, entre ellas), el presidente ruso habló como si se tratara de un tema de su exclusiva competencia. Aseguró que las repúblicas en las que existe armamento nuclear (Ucrania y Kazajstán) están negociando su devolución a Rusia.

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Borís Yeltsin se calló algo importante: quien puede estar negociando es él mismo y, no sólo Gorbachov. Una personalidad europea que se entrevistó la semana pasada con él aseguró a esta enviada especial que la extraña visita que el presidente ruso realizó repentinamente a Riga, capital de Letonia, estaba destinada a negociar el regreso de las tropas del Ejército soviético estacionadas en la república báltica. No se trata de armamento nuclear, sino de tropas con armamento convencional, pero aun así es algo que teóricamente escapa a su competencia. Según esta misma fuente, Yeltsin está dispuesto a intervenir directamente en todo lo que afecte a su república está preocupado por las dificultades que implica el regreso a Rusia de decenas de: miles de soldados y militares instalados con sus familias en Letonia.

El creciente protagonismo de Yeltsin acarrea numerosos problemas, y no sólo para Gorbachov. Si el control de las armas nucleares dependiera excIusivamente del Gobierno ruso, sería lógico que otras re, públicas que no quieren firmar el Tratado de la Unión, e incluso las que teóricamente están dispuestas a firmarlo, se sintieiran inquietas. Ucrania y Kazajstán, en concreto, jugarían un extraño papel devolviendo Sus misiles a un país vecino y con tradición imperialista.

Si prosperara el análisis de Shevardnadze, la situación sería muy confusa. Se trataría de un control compartido entre el presidente de la Unión y el de Rusia. Según todos los tratados de estrategia nuclear, lo realmente importante es que la amenaza de su uso sea totalrnente creíble por el contrario. Esa credibilidad es la que, según los expertos, ha hecho que no se tuviera nunca que utilizar (excepción hecha de las bombas norteamericanas sobre Hiroshima y Nagasaki). Un armamento controlado a la vez por Gorbachov y Yeltsin, cuyos puntos de vista son notoriamente distintos, perdería prácticamente toda credibilidad. Más aún si el presidente de la Unión es, como ahora, un par luchando por mantenerse entre sus pares, es decir, alguien que debe consultar a los presidentes de otras repúblicas cualquier decisión importante.

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