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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Al borde de la guerra

LA ÚLTIMA reunión de los ministros de Exteriores de la Comunidad Europea ha tratado el tema de Yugoslavia con más energía que en anteriores ocasiones. Por primera vez ha señalado a los dirigente serbios, encabezados por el autoritario Milosevic, como culpables de que continúen los combates, a despecho de un alto el fuego teórico. Ha denunciado asimismo el carácter ilegal de la actuación del Ejército federal que, en vez de esforzarse por separar a los contendientes, apoya abiertamente a los grupos de irregulares serbios y realiza una verdadera guerra de conquista de determinadas zonas de Croacia, dando a Serbia acceso a las costas del Adriático.La situación yugoslava se plantea hoy en términos muy distintos que hace dos meses. Por muchos que hayan sido los errores, la pasión nacionalista y la insensibilidad histórica del Gobierno croata de Tudjman -que provocó legítimos temores en la minoría serbia de Croacia- no podrían servir de justificación a las operaciones agresivas del Ejército para ampliar las fronteras de Serbia. La política de Milosevic hoy ya no es conservar una Federación yugoslava con hegemonía serbia. Ahora acepta que Croacia sea independiente -y por supuesto Eslovenia-, pero cambiando las fronteras, ganando a Croacia parte de su territorio. Si lograra salirse con la suya en esta operación, desarrollaría su acción expansionista hacia la Gran Serbia, arrancando trozos a Bosnia-Herzegovina y reforzando su opresión sobre la población albanesa de Kosovo. Esa Serbia ampliada podría federarse con Montenegro, y Macedonia tendría que escoger entre la hegemonía de Belgrado y el riesgo de ser desmantelada por sus vecinos. La política de Milosevic es, pues, generadora de nuevos conflictos, que podrían incluso revestir carácter internacional.

Ante estos graves peligros, la CE ha decidido imponer su mediación. Ha exigido a Serbia que cumpla a partir del 1 de septiembre el alto el fuego, advirtiendo que los Doce jamás reconocerán "cambios de frontera que no sean fruto de acuerdos obtenidos por medios pacíficos". 0 sea, los avances serbios por la fuerza nunca tendrán validez internacional. Si Serbia persiste en no cumplir el alto el fuego, la CE examinará "medidas adicionales, incluso una acción internacional", cuyo carácter concreto no ha sido definido. Por otra parte, ha propuesto una conferencia de paz, con participación de las repúblicas y de la CE, que sena convocada incluso si Serbia se niega a participar. A la vez, una comisión de arbitraje de cinco juristas de gran prestigio debe preparar soluciones a los problemas del futuro.

Este conjunto de medidas representan una presión política para obligar a Serbia a negociar. Los plazos son cortos. La fecha fijada para el alto el fuego es inminente. En todo caso, la CE ha logrado en este problema una cohesión que estaba bastante amenazada por las posiciones de algunos Gobiernos. Francia ha flexibilizado la suya: Mitterrand ha recibido al presidente de Croacia, al que había ignorado hasta ahora. Es una fuerte advertencia para Serbia, que siempre ha contado con el apoyo francés. Milosevic, aún más aislado después de que el fracaso del golpe en Moscú le haya privado de un aliado potencial, ha pedido ser recibido por Mitterrand, quien le ha planteado las exigencias y propuestas de la CE.

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Si Serbia se niega a aceptar el alto el fuego, la CE deberá considerar nuevas medidas para impedir que Yugoslavia se hunda en una guerra abierta. La amenaza alemana de reconocimiento de Eslovenia y Croacia ha sido archivada de momento. Es peligroso instrumentalizar el reconocimiento de nuevos países, incluso si puede servir de medio de presión sobre Serbia. Por otro lado, el efecto del reconocimiento sería ayudar a Croacia a armarse. Pero el objetivo ahora es cortar la marcha a la guerra, no dar un trato más equilibrado a los contendientes. En todo caso, si las propuestas de la CE no surten efecto y el alto el fuego no se logra, la CE estudiará medidas de mayor envergadura, buscando el apoyo de otros países, para una internacionalización plena del conflicto que permita quizá la intervención de la ONU. A lo que la CE no puede resignarse nunca es a que la guerra siga su curso y tome proporciones cada vez más catastróficas.

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