Detenido en Sevilla uno de los presos huidos del calabozo de un barco
José Tarrío González, uno de los presos que se evadieron el pasado domingo del transbordador J. J. Sister cuando se les conducía desde Tenerife a Cádiz, fue detenido a las 21.50 del pasado miércoles en la estación de autobuses de Sevilla, en el asiento de un vehículo de línea regular procedente de Rota (Cádiz). Tarrío, de 24 años de edad y natural de La Coruña, viajaba sin documentación y se hacía pasar por un legionario que prestaba sus servicio militar en los tercios de Cádiz y se dirigía a Galicia a pasar las vacaciones.Dos funcionarios de la Brigada Móvil de Sevilla le intervinieron un par de cuchillos y un machete dentado.
El fugitivo protagonizó una espectacular evasión el día 25 junto con el también recluso Juan Redondo Fernández, de 28 años, tras maniatar a los dos guardias civiles que le custodiaban y abandonar el barco en el que eran trasladados a la prisión Puerto 2, en El Puerto de Santa María (Cádiz), confundidos con el pasaje.
La detención de Tarrío no fue violenta, "porque cuando pudo reaccionar ya estaba en comisaría", relató un portavoz de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla. El preso -que en el momento de su evasión cumplía condena por delitos de homicidio y robo- se encontraba en uno de los asientos de un autobús de la empresa Transportes Generales Comes que hacía su entrada en la estación de autobuses sevillana.
Unas llamativas gafas de sol, un vendaje y su aspecto desaliñado y "extraño" le destacó del resto de los viajeros. En un primer momento, dos agentes de la Brigada Móvil de Seguridad Ciudadana de Sevilla que habitualmente cubren la vigilancia en la comisaría de la estación se dirigieron él de forma rutinaria. La policía, según aseguraron fuentes de la Jefatura Superior, no tenía indicios de la posible llegada de José Tarrío "más allá de la alerta generalizada en toda la zona". El preso fugado dio un nombre falso y dijo ser un legionario que prestaba su servicio militar en los tercios de Cádiz.
Tarrío y Redondo fueron autores, a finales de julio de 1990, de un secuestro de 17 personas en la cárcel Tenerife 2 con las que se atrincheraron durante 19 horas en la cafetería del centro. Los internos eran conducidos a las prisiones de Badajoz, en el caso de Redondo, y Villanubla (Valladolid), en el de Tarrío.
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