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Todo a 100

Multitud de videoclubes se transforman en tiendas donde nada vale más de 20 duros

La transformación ha sido progresiva. Ante el declive del negocio del videoclub, la nueva ola es la de aprovechar el local para vender todo tipo de cosas a 20 duros. "O, como mucho, a 200 pesetas", comenta el propietario, refiriéndose a unas braguitas de encaje que en tiendas convencionales y grandes almacenes triplican su valor. Son locales de poca ornamentación por dentro y por fuera. Un simple y repetido cartel de dos palabras y una cifra hace las veces de nombre, y podría ser sustituto del mismísimo escaparate: "Todo a 100".

Plastilina de colores, botes de cocina, utensilios de plástico, condones, calzoncillos, compresas y gel de baño. Coladores, delantales, paños de cocina, fregonas, silbatos, pelapatatas y popurrís. Plantas medicinales, papel higiénico, cubitos de playa, multiformes sacapuntas en la tripa de un osito, un Papá Noel o una bolita del mundo, esponjas, pai-pai chinos, chinchetas de colores, grapadoras, quitagrapas...En una de estas tiendas, instalada en el barrio de Chamberí, nos desvelan los secretos de esta revolución fenicia. "Se trata de una compra y venta por impulso. En los almacenes donde nos abastecemos actuamos igual que la clientela, señoras en su mayoría, que pasa cada día por aquí y siempre sale con algo en la cesta".

No hace falta ser un Pitágoras para atender en la caja. Basta contar los artículos y añadir dos ceros. "Es difícil gastar mucho dinero, aquí tengo anotada una compra abundante, nunca pasan de las 4.000 pesetas". Antes de que nadie se atreva a tacharles de zarracatines negociantes, nuestro interlocutor asegura que "el precio real de un 90% de los artículos es superior a los 20 duros. Renovamos cada día el catálogo y, en definitiva, resulta bastante rentable".

Cestas de gangas

La otra teoría, igual de razonable, pero menos teórica que la venta por impulso, nos la explica Pablo Somoza. Allí donde hace muy poco descansaban en fila las cintas de su videoclub, se encuentran ahora cestas repletas de gangas."No podíamos soportar la competencia de 20 películas semanales por televisión y esta fórmula, ensayada con éxito en otras ciudades españolas, ha sido nuestra salvación. A nuestro favor confieso que los encargados de videoclubes estamos muy acostumbrados a la movilidad y conocemos muchos lugares donde abastecer la tienda.

Los orígenes de esta fórmula se remontan a los buhoneros levantinos que recorrían ferias y rastrillos cargando, de pueblo en pueblo, con sus ofertas. Eso en una gran ciudad es dificil de repetir, y se pensó en aprovechar locales ya abiertos y con público. ¿Algún artículo curioso? Este orinal. Un cliente entró un día sólo para decirnos que las gafas que vendíamos en la tienda costaban más de 3.000 pesetas en unos grandes almacenes".

Las señoras, objetivo del invento, disfrutan con esta compulsión que no daña en exceso a su economía. "No necesitas todo lo que compras, pero sales de misa y... ¡por 20 duros!

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