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Viento segregacionista

Varias urbanizaciones luchan sin descanso para separarse de sus actuales ayuntamientos

Por algunas urbanizaciones residenciales de la zona norte y noroeste de Madrid, como La Moraleja (Alcobendas) o Monteclaro (Pozuelo de Alarcón), soplan inopinadamente vientos segregacionistas, como si los nuevos nacionalismos europeos se proyectaran también en el ámbito de la administración local. La Moraleja, con sus chalés suntuarios sobre parcelas inacabables, se siente discriminada por el Ayuntamiento de Alcobendas, socialista, del que le separa, sobre todo, "un problema de mentalidad", según advierte Jorge Mijangos, presidente de la asociación de vecinos de la urbanización.

La urbanización Monteclaro se ha puesto en pie de guerra contra la Comunidad de Madrid. Piensan sus vecinos que la autovía que cortará la urbanización para descongestionar la carretera de La Coruña va a tener un impacto ambiental muy negativo y, por ello, luchan para que se construya "en túnel", dice Manuel Duarte, jefe de servicios y portavoz de Monteclaro."Ahora mismo", asegura Duarte, "acabo de pagar a Mapfre 57.000 pesetas por la curación de nuestros heridos del 13 de julio". El 13 de julio es la fecha heroica del nacionalismo de Monteclaro, cuando 400 vecinos cortaron el tráfico de la carretera Pozuelo-Majadahonda y sufrieron una dura carga policial.

La segregación de La Moraleja se gesta muy lentamente, ya que las firmas para iniciar el proceso deben estamparse ante notario y de forma individual. De los 7.000 votantes de la urbanización ya habrían firmado más de 3.500, según Mijangos, quien espera que este mismo ano pueda incoarse el expediente.

Hay, sin embargo, en casi todas estas urbanizaciones residenciales unas notas características de identidad. Una de ellas sería la pasión por sus propias fronteras, que se procuran marcar muy claramente y, en algunos casos, de forma inexpugnable. A los setos y vallas se han intentado añadir, como recientemente en La Moraleja, barreras celosamente custodiadas por vigilantes privados, como si las calles interiores no fueran de dorninio público.

En la entrada a La Moraleja por la carretera de Barajas se instaló hace semanas un check point, ante el que los visitantes se veían obligadis a identificarse, lo que supuso la demolición inmediata de la barrera de los servicios municipales. El alcalde en funciones de Alcobendas, Antonio Peres, dice que "quisieron hacer algo sirabólico y obligarnos a actuar, ya que por la carretera de Barajas sólo entra en la urbanización un 10% del tráfico, mientras por Los Pinos, el 90%". El puesto de control fue levantado por orden municipal.

Dice Jorge Mijangos que la propiedad de las calles de La Moraleja está en litigio y que los estatutos de la urbanización consideran que los viales son de uso y, disfrute de los residentes. Algo parecido ocurre en Monteclaro, donde el sector más íntimo de la urbanización, el club social y las oficinas, se ve guardado por celosas barreras. "Y eso es así mientras no se produzca la recepción de los viales por el Ayuntamiento de Pozuelo", asegura Manuel Duarte.

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Barreras

Las barreras han creado problemas dramáticos en muchas zonas residenciales. En La Sacedilla, término de Majadahonda, se levantaron check points para controlar el paso de la gente a tinos chalés modestos, de edificación municipal, construidos a espaldas de esa urbanización y con inevitable entrada común por la carretera de El Plantío. La protesta de los vecinos, humillados por la insolencia de los vigilantes de La Sacedilla, tardó unas seinanas en lograr el desmantelamiento de las barreras, aunque aún no es fácil la coexistencia enIré los propietarios de pisos suntuosos y los habitantes de los modestos chalés, protegidos.Antes del puerto de Galapagar, por la carretera de El Escorial y en el término de Las Rozas, se extiende la urbanización Molino de la Hoz, cuya arteria principal, la calle Real, ha sido siempre cañada y de dominio público, lo que alienta las protestas de quienes tienen que explicar anteuias barreras de entrada las razones de su visita. Los guardas privados aseguran que las barreras sólo tienen por objeto impedir la entrada a los motoristas.

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