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FRACASA EL GOLPE DE ESTADO EN LA U.R.S.S.

El fin del monolitismo del Ejército Rojo

Los generales reaccionarios se quedaron solos frente a los jóvenes oficiales

El Ejército Rojo, con sus más de cuatro millones de miembros el más numeroso del mundo, se halla, debido a la implicación de sus altos mandos en el golpe de Estado, ante la mayor amenaza de división en sus 72 años de existencia y lealtad absoluta al Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Unidades militares en todo el país expresaron su negativa a obedecer las. consignas del Comité creado por los golpistas y su apoyo a Borís Yeltsin.

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Yeltsin y los militares

En Moscú y otras ciudades los oficiales manifestaron su rechazo a cualquier acción represiva contra la población que protesta en las calles contra el golpe de Estado. Muchos militares exigen la restitución de la legalidad.Fundado por León Trotsky durante la Revolución de Octubre, el Ejército Rojo siempre demostró una sumisión total al poder comunista, incluso en épocas en que fue, como en los años 1937-1938, blanco prioritario de las purgas de Iósif Stalin que costaron la vida a centenares de generales y altos oficiales.

La unidad monolítica de este inmenso ejército parece ahora resquebrajarse. Analistas militares occidentales han percibido numerosos indicios de ello después del golpe de Estado contra el presidente Mijaíl Gorbachov. Uno de los primeros y más claros es la rápida adhesión de al menos parte de la división acorazada de élite Taman a las fuerzas leales al presidente de la Federación Rusa, Borís Yeltsin, y la posterior proclamación de lealtad a éste por sus oficiales.

Pero no es el único. Según servicios de información occidentales y fuentes de la Federación Rusa, tanto la Base Naval de Leningrado como la muy prestigiosa Academia de Paracaidismo de Ryazan se han rebelado contra las órdenes del Ministerio de Defensa, dirigido por el mariscal Dmitri Yázov, firmante de la proclamación de la junta golpista. También llegaron a Moscú noticias sobre la rebelión contra Yázov de unidades en la península de Kainchatka y en la isla de Sajalin.

"La división de las Fuerzas Armadas no es sólo una posibilidad. En cierta medida ya se está produciendo", declaró Alexei Pankin, experto en cuestiones militares de la revista soviética Meshdunarodna Shisn. El coronel Konstantin Kobets, un joven veterano de guerra que preside el Comité Estatal de Defensa del Gobierno de Borís Yeltsin en la Federación Rusa, anunció durante la madrugada de ayer que otras unidades, entre ellas un batallón motorizado de Sebastopol, han expresado su lealtad al presidente ruso y su insumisión a Yázov.

El coronel Alexandr Ovchiníkov, subjefe de la administración política del Ejército, se sintió obligado el martes a negar en televisión "los rumores que circulan sobre el arresto de unos generales y el suicidio de otros. Todo esto son simples mentiras y calumnias". Ovchiníkov no negó., sin embargo, rumores sobre deserciones y desobediencia a las órdenes del ministerio.

El llamamiento de Yeltsin al Ejército a rebelarse contra sus mandos golpistas parece haber tenido un éxito que pocos observadores preveían. Expertos del Departamento norteamericano de Defensa han declarado que tres días después del golpe se hacía evidente que los golpistas habrían de apoyarse ante todo en las fuerzas del Ministerio del Interior y las tropas del Comité para la Seguridad del Estado (KGB). "El Ejército es ya menos fiable para ellos".

Según los expertos, el alto mando militar parecía mantenerse unido en su apoyo al golpe contra Mijaíl Gorbachov. No obstante, en el cuerpo de oficiales era muy fuerte la resistencia al uso de la fuerza para poner n al levantamiento de las autor¡des golpistas.

Acción represiva

Según la Administración norteamericana, los golpistas apostaban ayer por asumir el control de una forma gradual y no con una acción represiva global, que acarrearía el riesgo de enfrentamiento armado entre distintas unidades del Ejército Rojo.La moral del Ejército Rojo se ha visto minada en los últimos años por los reveses que comenzaron con la retirada de Afganistán en 1988. Tras ocho años de guerra y más de 15.000 muertos en sus filas, el Ejército, hasta entonces considerado imbatible, recibía una fría bienvenida en casa. El general Gromoz, comandante en jefe de las fuerzas en Afganistán y viceministro del Interior, es considerado por los servicios de información occidentales como uno de los cerebros del, golpe militar.

Después, la retirada de sus posiciones avanzadas en el este de Europa fue considerada por los altos mandos como el abandono de una de las máximas conquistas de la Gran Guerra Patria, por la que habían muerto millones de soldados soviéticos. Esta retirada está planteando, además, ingentes problemas de vivienda y económicos en general para los centenares de miles de miembros del Ejército Rojo que regresan. No por casualidad la cabeza visible del golpe, el vicepresidente Guennadi Yanáyev, prometió mejoras económicas para el Ejército en su conferencia de prensa nada más perpetrar su acción contra Gorbachov.

Los expertos occidentales siempre han dicho que entre el amplio generalato soviético "se pueden contar con los dedos de una mano los partidarios de Gorbachov". No obstante, entre el oficialato, que en su mayoría ya no vivió la Segunda Guerra Mundial, la intensa formación ideológica y doctrinaria que se imparte en las academias del Ejército Rojo no parece haber impedido la ruptura generacional con ese generalato.

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