_
_
_
_
_
Reportaje:

Venganza sangrienta

Cuatro muertos en el incendio de una casa durante las fiestas de un pueblo de Zaragoza

Amelia Castilla

A Jesús Visanzai, de 18 años, y a Alejandro Villadeamigo, de 19, nunca les faltó de nada. Sus familias, comerciantes del textil de la localidad zaragozana de Calatayud, podían darles todo lo que pidieran. "Dos chicos normales", según las personas que les conocen. Los Ibáñez, sin embargo, nunca lo tuvieron fácil. Jesús Ibáñez tenía 45 años, era padre de seis hijos y trabajó como peón en el Ayuntamiento de Zaragoza antes de ser dado de baja por una lesión. El pasado domingo los dos jóvenes se orinaron frente a la casa de los Ibáñez. Tras una acalorada discusión, los acusados se marcharon para volver cinco horas más tarde con una lata de gasolina y la decisión de prender la casa.

A Mamen, una de las hijas de Jesús Ibáñez, le extrañó que su padre gritara. Se asomó a la ventana de la casa de su suegra y no vio a nadie en el callejón. Más sorprendida aún se quedó al escuchar, poco después, "ya me he puesto los pantalones y, ahora me vas a tocar los cojones". Su embarazo, de siete meses, no fue obstáculo para que bajará corriendo hasta la casa de su abuela.Su padre discutía acaloradamente con dos chicos. "Uno de ellos tenía una marca roja en el cuello; mi padre le había dado un culetazo, con su escopeta de caza", asegura Mamen. La chica trató de mediar y se llevó a su padre dentro de la casa. Sería la una de la madrugada. Éste le contó que se había encontrado a los chicos, con los pantalones quitados y los calzoncillos bajados, orinando en la puerta. "Al recriminarles su actitud ellos le dijeron que estaban en la vía pública y hacían lo que querían".

Las fiestas de Santa Tecla

El pueblo, de 400 habitantes, se preparaba para la verbena. Las fiestas en honor de Santa Tecla se desarrollaban sin problemas. Muchos vecinos, entre ellos los Ibáñez, habían encalado sus casa.s y engalanado sus balcones con banderas. Nadie tenía ganas de bronca. Jesús y Alejandro bajaron los escasos metros que distan desde la vivienda de los Ibáñez hasta la plaza del pueblo y cogieron dos piedras. Cuando los jóvenes subían de nuevo hacia la vivienda, los vecinos les recriminaron: "¡Ojo! como os demos una, os van a llover todas juntas". Antes de marcharse, los jóvenes aseguraron que las cosas no iban a quedar así y que pensaban denunciar el hecho ala Guardia Civil.Concluído el incidente, Jesús Ibáñez bajó a la plaza a recoger a su esposa, su hermano y su cuñado que le esperaban en un bar para ir juntos a la verbena. Les había mandado delante mientras él preparaba la escopeta; pensaba salir a cazar codornices por la mañana.

La abuela y una nieta, de 21 años, con su hijo, de 2, se encontraban en el domicilio. Jesús y su mujer regresaron pasadas las cinco de la madrugada. Pilarin, la hija de 12 años, llegó después. Los vecinos escucharon como llamaba a su madre para que le abriera la puerta. Más tarde entraba en la casa Santiago, de 20 años.

El muchacho fue directo a la cocina para prepararse un bocadillo de embutido. No había acabado cuando notó algo raro. Salió al rellano y se encontró la casa en llamas. "¡Papá, fuego!", acertó a decir al tiempo que le gritaba a su hermana, de 21 años, que saliera al balcón con el niño. Él consiguió atravesar la puerta en llamas y rescató desde la calle a su hermana y al niño. Dentro estaban sus padres, su hermana y su abuela.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El pueblo entero, según testigos presenciales, abandonó la verbena para apagar el incendio. Hasta el alcalde, Esteban Aranaz, en pijama y con su maletín de primeros auxilios en la mano, ayudó en lo que pudo. Apagaron el incendio antes de que llegaran los bomberos, pero no consiguieron sacarlos vivos. El cabeza de familia, que dormía en la parte de arriba de la casa, fue encontrado en el rellano de la escalera con su madre, de 82 años. Bajó a buscarla, pero no pudieron alcanzar la ventana. Las manchas del suelo y las señales de humo en la puerta por fuera no dejaban lugar a dudas. El incendio había sido intencionado. La Guardia Civil buscó desde el primer momento a los dos protagonistas del incidente.

Película de los hechos

Tras abandonar el pueblo, a bordo de un Peugeot 505, propiedad de Jesús Visanzai, los acusados se dirigieron a Calatayud. Fueron a la única gasolinera abierta a esas horas y compraron cinco litros de gasolina. La familia de las víctimas asegura que existe un testigo que les escuchó decir "y ahora vamos a quemarla".Con la lata en el coche recorrieron de nuevo los 15 kilómetros -de una carretera en mal estado- que separan ambas localidades y aparcaron en la plaza. Alejandro Villadeamigo, según sus propias declaraciones, vació la lata de gasolina en la puerta de la casa y encendió una cerilla. La puerta de madera no tardó en prenderse.

Cuatro días despues, cuando el cerco se estrechaba en torno a ellos, los dos presuntos autores se entregaron. "Fue una gamberrada". "Fue un accidente. Es como el que comete una infracción de tráfico y muere alguien", aseguran personas próximas a la familia Visanzai. La misma fuente precisa que sólo pretendían "quemar las macetas".

Chuchín, como le conocen en casa, es el menor de tres hermanos. Iba a empezar pronto la mili. Su padre es propietario en Calatayud de varias tiendas relacionadas con el comercio textil, y se encontraba, junto a su esposa, de vacaciones en Bruselas cuando su hijo fue detenido. Regresaron precipitadamente al pueblo al ser avisados de lo ocurrido por el propio alcalde de Calatayud. La familia Visanzai está dispuesta a querellarse contra un periódico regional que ha calificado a su vástago de "chuleta al que siempre le gustaba salirse con la suya". La familia confía en que el chico salga pronto en libertad bajo fianza.

Cinco huérfanos

Los padres de Alejandro, domiciliados en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, también se encuentran en Calatayud. Su hijo pasaba unos días de vacaciones en casa de unos familiares. "Los chicos están muy arrepentidos y nos han pedido que ayudemos a los cinco huérfanos".Los Ibáñez han perdido a seis miembros de su familia en poco más de un año. Antes de producirse este trágico suceso, un hermano del cabeza de familia falleció junto con su mujer en el incendio de la discoteca Flying, de Zaragoza. Otro hermano falleció años antes en un accidente al ser aplastado por un tractor, según cuenta Evaristo Ibáñez.

Cervera, un pequeño pueblo agrícola, de casas bajas y calles estrechas, está conmocionado. "Que caiga todo el peso de la ley sobre ellos", pedía ayer una mujer. "Actuaron con premeditación y alevosía", clamaba otra.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_