Servicios secretos
Distintas fuentes han asegurado a William Lowther y a The Independent que los sevicios de inteligencia británicos tienen mucha más, infomación de la sociedad de Bull -Space Research Corporation, (SRC)- que lo que reconocieron los ministros del Gobierno desde que en abril de 1990 la aduana de Teesport interceptase las ocho secciones cilíndricas destinadas al supercañón iraquí.Bull mantuvo conversaciones en profundidad con los servicios secretos británicos" aseguró Lowthrt el pasado domingo (4 de agodto). "Entraba dentro de su carácter hablar demasiado", añade.
Es rnuy probable que el servicioi secreto británico MI6 abriese una investigación sobre Gerald Bull en 1980. Lowther descubrió que una serie de trabajos militares hechos por la compañía de Bull para China en los años 80 se ganaron la bendición de los servicios de inteligecia por su contribución a la detente pactada por Richard Nixon con Pekín.
Uno de los contactos de Buil, a través del cual obtuvo los contratoscon China, era un banquero de Belgravia (Londres). Algunas fuentes aseguran que se trata del mismo hombre -cuya identidad conoce The Independent- que tuvo detalles del Proyecto Babilonía en septiembre de 1988.
Contratos asegurados
El Gobierno iraquí había asegurado los contratos para el proyecto tres meses antes. En septiembre según Lowther, Bull había informado a los servicios secretos israelíes del acuerdo; también se lo comunicó al general Arthur Trudeau, jefe del departamto de investigación del Ejército estadounidense, un antiguo patrocinador de la obsesiva pasión de Gerald Bull por los cañones de largo alcance y por las lanzaderas de satélites. Quienes conocían el proyecto dieron su placet a SRC.
Los servicios de inteligencia británicos consideraron las revelaciories del científico canadiense como un triunfo propio, ya que Gran Bretaña tenía a un hombre introducido en los secretos rriejor guardados sobre investígación de armamento en Irak.
El principal valor que Bull tenía para la inteligencia de Occidente eran sus conocimientos de la planta Saad 16, en la que se investigaba un potente sistema de misiles. El centro estaba abastecido por maquinaria y componentes británicos, encargados por una empresa iraquí registrada en Gran Bretaña. Algunas fuentes aseguran que los agentes británicos obtenían informes regulares de los técnicos que regresaban de Irak de instalar la maquinaria.
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