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Paris presenta una muestra flotante sobre el río Sena

Las exposiciones espectáculo cuentan con un nuevo hito: Universeine, abierta hasta el 31 de octubre en París, convierte al visitante en marino al proponerle un recorrido en barca por el interior de una nave industrial de 4.000 metros cuadrados, inundada para la ocasión.Cuarenta barcas a motor y de diseño vagamente futurista permiten navegar bajo una estructura metálica firmada por Gustave Eiffel. En el techo y en las paredes, así como en una superficie líquida convertida en espejo, se van sucediendo imágenes que remiten a la relación entre la arquitectura y el río, el Sena.

Verdi, Michael Nyman, Shostakóvich, Phil Glass, Falla o Schubert se dan la mano para crear la atmósfera adecuada. La iluminación del interior o del muelle que hay frente a la nave industrial remite a una iconografia cinematográfica heredera de la serie negra y de la poesía desencantada de Blade Runner.

El contenido de la exposición, su estricto valor informativo, es relativamente poco importante. Lo que cuenta es su poder evocador. El espectáculo dura poco menos de una hora, y arranca presentando el espacio escogido para Universeine, contando en imágenes la historia del lugar y de su entorno. Luego es el Sena de principios de siglo el que ocupa las pantallas. Los obreros de la Renault se apresuran a entrar en los tallires de la isla de Séguin, frente a Billancourt; el barrio de la Défense es aún sólo una explanada en la que nadie pretendía levantar el Manhattan parisiense entre el río y dos cementerios; Seurat y sus colegas de generación dejaban constancia de lo que podía ser un domingo popular en la isla de la Grand Jatte.

El futuro o los sueños ocupan una parte importante de Universeine. El arquitecto Jean Nouvel proyecta construir a la vera del río su torre del infinito, un rascacielos high-tech de 450 metros dealto que devolvería a París el prestigio provinciano de acoger el edificio más alto del mundo, prestigio que le arrebató hace ya muchos años Nueva York. El diseñador Philippe Stark cree que las riberas podrían acoger sus divertidas residencias de artistas. Las instituciones regionales se dejan llevar por el delirio ecológico y hacen del Sena un río que reconcilia la tecnología con la pesca dominical o el chapuzón veraniego. Para recordarnos que sólo son imágenes, actores en carne y hueso deambulan entre los visitantes y les hacen sentir que hay que salir de Universeine si se quiere volver a sentir el suelo bajo los pies.

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