El levantamiento indígena en Ecuador
El miércoles 4 de julio de 1991, no para celebrar la independencia norteamericana, sino para evocar el problema indígenaPasa a la página siguiente
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ecuatoriano, aparece en el periódico EL PAÍS un artículo de la dramaturga francesa Maria Lourties. Sin lugar a dudas, el artículo, muy bien escrito en español, merece mucha atención, sobre todo tratándose de una extranjera que utiliza nuestro idioma como si fuera el suyo propio.
Desafortunadamente, si por un lado el escrito es encomiable por la forma, por las expresiones allí vertidas no lo es en el fondo. Analiza el problema indígena desde un punto de vista simplista. Para ella, para la dramaturga, el problema ecuatoriano es el problema indígena. Maria Lourties saca una foto turística del indígena, con las alpargatas, que es lo que llama la atención al recién llegado. ¡Qué pena!, a una persona con tantos años de residir en Quito sólo le ha interesado ese problema, el de la marginación del nativo, y pasa por alto el problema de fondo que se sumerge en el espacio, que es el de la situación económica por la que atraviesa no sólo mi país, sino la mayoría de los países iberoamericanos y, no obstante que el Ecuador es uno de los poquísimos países que tiene un producto interior bruto positivo, con una inflación, aunque elevada todavía, baja para los niveles suramericanos.
Contrariamente a lo que asevera Maria Lourties, el levantamiento indígena nos preocupó mucho porque en Ecuador no se había producido un levantamiento de tal naturaleza. Aparte de levantamientos esporádicos de poca magnitud, nunca habíamos experimentado un levantamiento tan masivo y tan bien coordinado como el de julio del año pasado. Sobre todo, que se produjo en un país como Ecuador, pacífico, sin problemas de guerrillas y uno de los pocos oasis de paz que todavía existen en América. Mas nuestra preocupación está en función del problema que, por desgracia, no es el único. Si éste fuese solamente el problema, sería solucionable a pesar de su complejidad: el de integrar a una población margina da secularmente y que se margina por sí sola, precisamente por su atraso educativo-económico, su apartamiento en la cordillera andina o en la selva oriental ecuatoriana. El problema indígena como subproducto del problema económico se recrudece: la explosión demográfica del indígena es insoportable, facilmente puede llegar al 4% anual, aun que la mortandad cercena ese enorme crecimiento biológico y que en promedio de toda la población da como resultado un crecimiento per cápita negativo y como nos muestran las cifras siguientes de 1990: Ecuador: PIB, 1,5. Inflación, 48,5. Aumento, 2,4. PIB/per cápita, -0,9%.
El actual Gobierno, presidido por el doctor Rodrigo Borja Cevallos, se ha preocupado enormemente por la situación del indígena, analizando, planificando, organizando y proveyéndoles de escuelas, mejorando su sanidad, sus viviendas y hasta unidades del Ejército; ese Ejército ecuatoriano que dice la dramaturga que fue arreado por la columna del Chimborazo trata de educarles, de enseñarles a leer, a escribir y a integrarse en los medios que pone al alcance la civilización actual.
El presidente Borja nunca rechazó el planteamiento hecho por la Confederación de Comunidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), mientras ese planteamiento consistía en pedidos de ayudas económicas y sociales y demás atención hacia ellos. Lo que nunca aceptó el presidente Borja, ni puede aceptar un presidente ecuatoriano, es el desmembramiento del territorio ecuatoriano en aras de supuestos derechos autóctonos que reivindican grupos étnicos que sólo son una parte de un conglomerado mayor, en el que prevalece en forma creciente el mestizaje. Habría que preguntarse por qué algunos dirigentes indígenas hablan de esos derechos como si fueran exclusivos. ¿Acaso los incas que invadieron el territorio actual de Ecuador tenían más derechos territoriales que los españoles que llegaron 60 años más tarde? No olvidemos que la dominación por parte del Imperio Inca se inicia en 1463, cuando las huestes de Túpac Yupanqui empiezan conquistando el reino de los cañaris, y después de sangrientas batallas y degollar a los caras se apoderan del reino de Quito.- Embajador de Ecuador. .
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