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Crítica:POP
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El medíun

Hechiceros y chamanes autorizaron a ese hilillo de voz llamado Paul Simon a que recorriese una dimensión sonora que no era ni suya ni nuestra. Paul Simon no les molesta. Ni vampiriza su sonido, ni estalla en amaneramientos propios del invitado a la fiesta, del turista. Paul Simon actúa como médium entre ellos y nosotros.The boy in the bubble, el tema que abrió el recital, fue el segundo de los que sonaron en Madrid. El público ya estaba entregado, pero la suerte del concierto iba a depender de las desiguales condiciones de sonido que aquejaron al recinto.

Lo cual es para llorar. Sobre el escenario había 17 personas alineadas según una distinción estricta de planos sonoros. Al fondo aparecía el norteamericano Steve Gadd a la batería, y junto a él, cuatro reputados percusionistas brasileños. Muchos de los temas se alargaron mediante desarrollos rítmicos que conjugaban lo afro y lo brasileño con elegancia y sin virtuosismos gratuitos. Un peldaño más abajo estaba el camerunés Sabal-Leco, brillante en los breves solos de bajo, pero fatalmente desapercibido como base rítmica.

Paul Simon

Paul Simon (voz y guitarra), Vincent Nguini, John Selolwane y Ray Phiri (guitarras), Mingo Araujo, Sidinho Moreira, Dom Chacal y Cyro Baptista (percusión), Armand Sabal-Leco (bajo), Steve Gadd (batería), Michael Brecker (saxo), Barney Rachabane (saxo y flauta), Chris Bott, (trompeta), Richard Tee (teclados), Tony Cedras (teclados), The Waters (coros). 10.000 personas. Precio: 3.000 pesetas. Palacio de los Deportes. Madrid, 16 de julio.

El concierto mezclaba temas antiguos con canciones de Graceland y del reciente The rhythrn of the saints. Este disco, de inspiración brasileña, favorece la rítmica, pero cierra puertas a un Simon que deriva en ocasiones hacia monótonos parlamentos desgaiados del contexto de la canción. Tampoco los guitarristas africanos transmiten lo mismo fuera de sus terrenos habituales. La característica fragilidad melódica de sus dúos se a.precia mejor en Diamonds on the soles of her shoes o el propio tema Graceland.

Viejas canciones de Simon and Garfunkel fueron releídas mediante arreglos novedosos (Cecilia). De la sección de vientos escapó Michael Brecker para protagonizar un largo tema de sonoridad y planteamientos absolutamente parejos a los de Steps Ahead, su antigua banda deja fusion. La naturalidad revivida mediante Graceland volvió con el esplendoroso último bis. Paul Simon interpretó The boxer y The sound of silence, dos catedrales de hierba también nacidas en tierra de gracia, la primera de las conversaciones de Simon con los ancestros a lo largo de 50 años de vida.

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