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Italia limita el derecho de los novatos a conducir coches potentes y prohíbe el teléfono al volante

Los conductores italianos que hayan sacado el carné hace menos de tres años no podrán montar motos de más de 350 centímetros cúbicos ni conducir coches que puedan sobrepasar los 160 kilómetros por hora. Por otra parte, ni novatos ni veteranos podrán hablar por teléfono mientras conducen.

Éstas son algunas de la novedades que aporta el nuevo Código de la Circulación italiano, recién aprobado por el Gobierno y que debería entrar en vigor a principios del próximo año. Severas sanciones, como multas equivalentes de hasta 200.000 pesetas por exceso de velocidad o la retirada del carné a los que cometan tres infracciones en cinco años, pretenden poner coto a la anarquía del conductor italiano que hace que las calles y carreteras de este país sean difícilmente hornologables con las del resto del mundo civilizado. No obstante, el número de accidentes y los 7.000 muertos con los que Italia contribuye anualmente a la sórdida estadística de 50.000 europeos fallecidos en el coche se mantienen dentro de los parámetros habituales en los otros países comunitarios.La ley, que comenzó a ser elaborada en 1959, cuando el parque italiano de automóviles era de unos dos millones de vehículos y que no ha sido concluida hasta 32 años más tarde, cuando los vehículos en circulación son casi 30 millones, adapta la norma italiana a las directivas de la Comunidad Europea, y tiene todo lo necesario para hacer del tráfico una actividad segura. El problema es que se puede dudar de que la ley vaya a cumplirse.

Invento para débiles

Lo ha suscitado el presidente del Automóvil Club de Italia, Rosario Alessi, con argumentos que pueden ser refrendados en la realidad actual de las calles. Contra toda norma, los italianos parecen considerar que el cinturón de seguridad es un invento para débiles, que las direcciones prohibidas y las vías cerradas al tráfico son el sitio más adecuado para probar la potencia de sus coches y que las motos tienen preferencia en las aceras sobre los peatones. Nadie sanciona estas conductas, que en Roma constituyen un espectáculo cotidiano y lamentable. Más al sur, en Nápoles, se dice que los semáforos sólo son útiles en Navidad, porque sirven de decoración con sus luces, y en Palermo las abolladuras que caracterizan al parque autóctono hablan claro de hasta qué punto la preferencia en el paso se gana a golpes.Rosario Alessi piensa que todo el problema es administrativo, cuando afirma: "La verdadera disuasión viene de la vigilancia y ésta es insuficiente. La policía de tráfico no ha crecido en la misma proporción que el parque de coches". Y añade: "Cuando las normas no consiguen hacerse respetar, se vuelven ridículas".

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