Un millón sin escuela
El interés por lograr una educación que satisfaga las necesidades de los negros es una meta nueva en el pensamiento del ANC y de su líder, Nelson Mandela. En su primera comparecencia en Soweto al poco de ser liberado en febrero del año pasado, Mandela pidió a los jóvenes concentrados en el estadio que a partir del día siguiente volvieran a los colegios.Este llamamiento fue acogido con decepción y pitos por chavales que desde 1976 -a raíz del intento gubernamental de imponer la enseñanza en afrikaans, saldado con una matanza en el mismo Soweto de cientos de colegiales por negarse a aceptar la imposición de la lengua del opresor- no habían hecho otra cosa más que recibir consignas del ANC contra la educación y contra los profesores, poco menos que tachados de agentes del sistema.
Una década más tarde, el eslogan fue Liberación antes que educación, mientras el Gobierno blanco dejaba hacer. Hoy día hay más de un millón de chicos negros que nunca. han pisado una escuela y muchos millones de jóvenes más -todos los que debían haber estado escolarizados entre 1976 y 1990- que no tienen la más mínima formación, gentes que no sólo carecen de presente, sino que no pueden esperar nada del futuro.
Incluso quienes a trancas y barrancas consiguen cumplir formalmente su ritual educativo -con profesores desmoralizados, asustados y sin formación suficiente, aulas destrozadas, de 50 a 80 alumnos por maestro, libros escasos y en mal estado- se estrellan de forma estrepitosa a la hora del examen que les abre las puertas de la universidad: sólo el 27% de los estudiantes de Soweto pudo acceder el año pasado a la enseñanza superior. Y en las universidades, la media de fracasos en el primer año llega al 50%.
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