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12 años de cárcel para un hombre que obligó a su hija de ocho años a hacerle felaciones

El Juzgado de lo Penal número 23 de Madrid ha condenado a un total de 12 años y seis meses de cárcel a Tomás G. L., de 35 años, por obligar a su hija de ocho años a realizar varias felaciones. También ha sido condenado a indemnizar con un millón de pesetas a la menor.El juez Antonio Díaz Delgado considera probado que Tomás G. L., padre de tres hijos, "en una fecha no precisada de 1987 y aprovechando la ausencia de su esposa del domicilio conyugal", tapó los ojos a su hija y abusó de ella, prometiéndole que, a cambio, "le iba a comprar un ordenador".

La sentencia considera también como hecho probado que varios días después, en concreto el 21 de diciembre de ese año, el procesado, "después de ver una película pornográfica, llamó nuevamente a su hija al cuarto de baño y, tapándole los ojos, la obligó a hacerle una nueva felación".

Asimismo, el 13 de junio de 1988, el procesado llevó a sus tres hijos a una excursión. En el trayecto desvió el automóvil hacia una descampado, aprovechando que dos de los pequeños se habían quedado dormidos en los asientos traseros. Bajo el pretexto de enseñarla a conducir, subió a su hija de ocho años enclama de sus piernas y volvió a abusar de ella.

El Juez considera al procesado autor de tres delitos de abusos deshonestos y lo condena a cuatro años de cárcel y dos meses por cada uno de ellos, idéntica pena que la que pidió en el juicio el fiscal.

"Horror y miedo"

En la vista, celebrada hace unos días, la menor relató al juez, "con evidente horror y miedo", según recoge la sentencia, cómo su padre abusaba de ella, e indicó que, cuando al fin decidió contárselo a su madre, "se quedó más tranquila". También le dijo al juez que había esperado tanto tiempo para contarlo por "temor a las represalias" de su padre. La menor pidió en el juicio no ver nunca más a su padre, quien ha sido privado de la patria potestad.La madre está tramitando ahora el divorcio. El procesado reconoció en el juicio, celebrado a puerta cerrada, haber sentado sobre sus muslos a su hija el día de la excursión, aunque dijo que se la quito de encima al "ver que su miembro viril se ponía erecto".

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