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El Gobierno de Etiopía armará a los civiles

El Gobierno provisional que preside en Etiopía Ata Mele Zinawi empezará a repartir esta semana armas entre civiles seleccionados por su fidelidad y apoyo al Frente Democrático Revolucionario del pueblo etíope (FRDPE), actualmente en el poder. Para distribuirlas se utilizarán los kabalé (comités locales creados por el depuesto presidente Mengistu para controlar a la población).

La medida ha sido tímidamente contestada por algunos participantes en las discusiones celebradas previamente en cada distrito por considerarlas antidemocráticas, pero la radio y la televisión insisten en tranquilizar sobre su conveniencia "para preservar la paz y la estabilidad" en el país. Se calcula que cada comité proporcionará armas a unas veinte personas. Sólo en Addis Abeba hay 270 kabalés.Para los observadores, aún más sorprendente que la determinación de armar a civiles lo es el mantenimiento de una trama de organismos de control cuyo recuerdo, aunque hoy se les llame comités de paz y estén integrados por partidarios del FDRPE, todavía pone a muchos los pelos e punta. De los kabalés se servía Mengistu para reclutar a la fuerza a los muchachos que hoy pueblan las calles de Addis Abeba sin otra ropa que cubrirse que sus maltrechos uniformes, vencidos y obligados a sobrevivir gracias a la caridad ajena. Así fue como cogieron a Aweka hace tres años. Le pusieron un fusil Kalashnikov en los brazos y le enviaron a la lucha. Hoy tiene 21 años, una purulenta herida en la pierna derecha y un inmenso pesimismo acerca de su futuro. "No me gustaría que me devolvieran a mi pueblo en este estado. Mi padre sólo me tiene a mí, y no le serviría de ninguna ayuda". Su madre murió mientras él combatía, y Aweka ni siquiera pudo asistir a su entierro.

Suele ocurrir en todos los países que atraviesan una situación difícil. Siempre hay en alguna fachada un pedazo de cartel con un título de película que el informador puede utilizar como contrapunto. En el cine Etiopía, en el barrio de Piaza, proyectan ahora mismo un filme de Chuck Norris: Ojo por ojo. Sin embargo, no parece que la sentencia bíblica vaya a cumplirse por el momento. Ese segundo ejército, formado por los derrotados, se pasea por las calles de la ciudad ante la indiferencia de los nuevos soldados, que patrullan con las mismas armas que les han arrebatado, amén de los AK-47 CPO, convertidos en el símbolo bélico de la nueva era. Según ha anunciado el Gobierno, aquellos soldados de Mengistu que sirvieron durante menos de un año serán devueltos a sus lugares de origen. Los veteranos serán reinsertados y quienes resultaron heridos serán indemnizados.

Este último punto resulta problemático para un país que ni siquiera dispone de los recursos necesarios para alimentar a su población. La angustiosa llamada a la solidaridad internacional para que contribuya a paliar el problema ha obtenido hasta ahora una respuesta curiosa: el Gobierno de Estados Unidos, que tanto se opuso a Mengistu, ha enviado 800.000 raciones para los perdedores. Al empezar su reparto, los musulmanes y cristianos, que siguen el Antiguo Testamento, han detectado en ellas la presencia del cerdo prohibido. "No importa, se las cambiarán entre ellos", comentó uno de los encargados del campo de refugiados de Jan Medo, en la capital. Aquí hay también mujeres y niños que vinieron del norte huyendo del cambio de régimen y sus posibles consecuencias.

Según informan los medios locales -que siguen usando el estilo pomposo y reverencial de los tiempos de Mengistu, solo que con signo distinto-, el FDRPE ha tomado ya las provincias del este, en donde ha sido mayoritariamen te aclamado, y la situación permanece tranquila en Eritrea, donde cogobierna el independentista Frente de Liberación del Pueblo Eritreo (FLPE). Pese a ello, desde Addis Abeba no se conceden salvoconductos para llegar a la capital, Asmara. Los periodistas que consiguieron alcanzar la frontera desde Sudán fueron devueltos, y las comunicaciones, incluso las pertenecientes a organizaciones humanitarias, han sido cortadas.

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