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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un entorno anémico

LOS INDICADORES relativos al comportamiento de las principales economías tienen hoy poco que ver con aquellas reacciones próximas a la euforia con que algunos mercados y agentes económicos recibieron el final de la guerra del golfo Pérsico. La esperanza de que la eliminación de la incertidumbre asociada al desenlace e implicaciones de ese conflicto supusiera el inicio de una fase de recuperación en las economías occidentales contrasta con la obstinación de esos indicadores en poner de manifiesto la debilidad de lasmismas y la precariedad de la futura recuperación de su crecimiento.Las últimas previsiones de la OCDE no han hecho sino confirmar la dilación y escasa intensidad de la recuperación de aquellas economías irídustrializadas inmersas en recesión y, en general, la menor actividad de la economía mundial. Para el conjunto de los tres países de la OCDE, el crecimiento económico en 1991 quedará reducido al 1%, la mitad del previsto el pasado diciembre y poco más de un tercio del registrado en 1990. Es en la economía estadounidense donde esa revisión es más significativa, pasando a registrar para el. conjunto de 1991 un crecimiento negativo del 0,1% en relación con el año anterior. Los últimos indicadores referidos a esa economía, y en menor medida a la del Reino Unido, no permiten sitio subrayar los perfiles recesivos de los últimos meses, a pesar de la significativa relajación monetaria operada en los dos últimos años. Incluso el ligero incremento en el último índice de indicadores adelantados de la economía estadounidense, el correspondiente a abril, no puede interpretarse como expresivo de una inmediata recuperación, en la medida en que han estado precedidos de descensos en la renta disponible y en el gasto de consumo.

Será una vez iniciado el segundo semestre de este año cuando se alcance ese punto de inflexión a partir del cual se prevé el inicio de un ritmo de crecimiento positivo, sin que del mismo pueda esperarse una fase de expansión equivalente a la precedente: en 1992, el conjunto de las economías de la OCDE crecerá un 2,9%, y las específicamente europeas, un 2,3%. La moderada recuperación de las economías en recesión (EE UU, Canadá y Reino Unido) estará acompañada del debilitamiento de la de Alemania, que probablemente acusará la menor intensidad del estímulo fiscal, responsable en gran medida de su reciente crecimiento; también Japón atenuará ligeramente su ritmo de crecimiento en la segunda mitad de este año para recuperarlo en los primeros meses del siguiente. La persistencia de importantes problemas estructurales en la economía estadounidense, de los que la precaria salud de su sistema bancario y el incontrolado déficit presupuestario constituyen los principales exponentes, obliga a contemplar esa reactivación con cautela.

Un contexto, en definitiva, escasamente favorable para una economía con el grado de integración internacional de la española. La ausencia de estímulos importantes a la demanda en los principales países europeos, y muy especíalmente en Alemania, puede afectar adversamente al ritmo de crecimiento de nuestra economía, de cuyo debilitamiento existen sobrados exponentes. Un mayor deterioro en ese entorno afectaría a la ya inhibida inversión y a la creación de empleo, a pesar de los previsibles descensos adicionales en los tipos de interés. Por contra, el mantenimiento de la tendencia declinante de los tipos de interés en todos los países, la estabilidad en el precio del petróleo en sus niveles actuales y un tipo de cambio del dólar relativamente elevado podrían apoyar la recuperacíón del ritmo de crecimiento en la región durante 1992. Un entorno caracterizado, en cualquier caso, por el reforzamiento de la competencia, que obliga a la urgente eliminación de las deficiencias estructurales todavía presentes en la economía espanola y que justifica, en definitiva, el empeño por abordarlo sobre la base de un amplio acuerdo entre los distintos agentes económicos y sociales.

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