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Reportaje:OVEJAS NEGRAS

Cris

Con 12 años, esta 'yonqui' tenía el hígado cristalizado de beber, y con 14 empezó a atracar

Francisco Peregil

A Cris no la introdujo su novio en el mundo de la droga, como suele suceder. Ella lo introdujo a él. Cris fue la primera en vender pañuelos en los semáforos, en cantar música heavy en el metro de Portazgo y Numancia para pedir dinero, y, más tarde, en atracar mercerías y bancos con un pañuelo en la cara.Cuando él se enganchó, se especializó con suma habilidad en penetrar por los tejados de las fábricas mientras ella "hacía la compra". Los dos tocan en un grupo heavy de Vallecas que se llamaba Atroz y ahora es Samanta, en homenaje a una bruja del siglo XVI.

A Cris y a los Hijos del Agobio y la Tormenta, que era su pandilla, les gustaba mucho la brujería y probar experimentos, inventarse juegos y rodar películas con un vídeo casero.

Tiene 17 años. La primera menstruación le llegó a los 10 guarnecida por las primeras borracheras. Dos años más tarde tenía el hígado "cristalizado" de beber y decidió probar la droga. A los 14 cometió su primer atraco en una mercería. Pocos meses antes había muerto su madre y se había quedado sola con el padre, un obrero metalúrgico en paro.

"Nadie te pone un puñal en el pecho para que te conviertas en toxicómano. ¿Una razón?. No sé, no sé, exactamente por qué empecé. Supongo que influyó la muerte de mi madre, aunque yo ya había probado la heroína antes".

Hace varios meses la expulsaron del Centro de Atención al Drogodependiente de Vallecas. Había conseguido recetas de un médico del barrio pagándole 2.000 pesetas. Después de eso, tuvo que pasar el mono (síndrome de abstinencia) en su casa, sin ninguna medicación. "Lo conseguí y por eso me han dado una oportunidad". Durante los tres últimos meses ha estado acompañada por una monja las 24 horas del día.

Cuando quería alejarse de la droga se iba al local de los Hijos del Agobio y la Tormenta, "que sólo fuman porros", en pleno corazón de Vallecas. Allí improvisaban juegos, rodaban fiestas y ensayaban. Cris se inventó el Stractus Man, un juego en el que los participantes se iban quitando prendas a medida que fallaban en sus respuestas, y al final, la que saliera de presidenta tenía que rociar con leche condensada sus cuerpos desnudos.

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En el local de los Hijos fue donde se enamoró de Antonio y con Antonio le fue infiel a su novio legal, del que Cris no quiere decir su nombre. Antonio solía hacer el amor con varias chicas a la vez. "Su récord estaba en una hora", después descansaba un poco y volvía a hacer el amor. "Lo hacía sobre todo con una tía que presumía de ser muy buena, hasta que un día organizamos un campeonato y le demostré que ésa no valía nada a mi lado". Cris y su amiga se quedaron embarazadas de Antonio. Fueron a abortar a casa de una gitana y Cris lo hizo, pero la amiga decidió tener el hijo. "Empezó a gritar y me dijo que aunque Antonio no la quisiera, ella sí lo quería y que iba a tener el hijo". Hace varios meses la amiga murió en un accidente de automóvil cuando aún estaba embarazada. El novio legal de Cris, le había dicho a ella que no abortara, que él se hacía responsable de la criatura. "Pero yo le dije que no íbamos a tener dinero para mantenerlo y que era una locura".

Cuando Antonio se enteró de que Cris tenía un hijo suyo, y que iba a abortar y a volver con su novio trató de convencerla para que se quedara con él. "Antonio nunca consumió heroína y me dijo que no me fuera con ese yonqui [su novio legal]. Una vez se enzarzaron los dos y sacaron las navajas, me metí por medio y aún tengo una cicatriz en la mano como recuerdo".

Los Hijos rodaban películas con vídeos caseros. Horteras hasta el final y La ninfómana insaciable eran filmes con guiones y banda sonora propias. Conseguían la colaboración gratuita de los africanos de la plaza de España como figurantes.

Sexo, droga y rock

En una de las películas, en la que tenían que vestirse con sábanas en el templo de Debod y en la Puerta de Sol, los Dioses de la Golfería se reunían en el Olimpo para elegir a uno que le enseñara al mundo lo que es el sexo, la droga y el rock and roll. Se salvaban todos menos el dios de la droga, que era castigado por ella, la diosa buena, con un látigo de plástico, y crucificado en una alambrada de Aluche. "Lo amarramos con fuerza y el tío gritaba porque le dolían las muñecas".Se niega a decir los puntos de Vallecas donde conseguía la droga, pero una vez delató a la policía un punto de venta, para que el novio no fuera más allí. "Les advertí a los traficantes que si iba mi chico no le pasaran nada, y él sólo iba allí porque era el único sitio que conocía".

Una vez que intentaron desintoxicarse juntos, aguantaron tres días. "Teníamos papelinas y él me las pedía, y cogí tal mosqueo que las tiré por el retrete. Perdí dinero, perdimos de todo, pero me dio igual. Al día siguiente salimos a comprar más".

Ha perdido el contacto con el novio porque en el centro de desintoxicacion no le permiten de momento mantener relaciones con sus antiguos amigos. "Para mí es como un hermano, y ya sea porque tengo miedo, o porque tiene que ser así, o por qué sé yo, el caso es que ahora no sé nada de él aunque me gustaría saber cómo se encuentra".

De los amigos enganchados, unos 15, 8 lograron salir "de momento" y 3 perecieron en el intento. Ella decidió desintoxicarse cuando compró, con un amigo "de toda la vida", una dosis de heroína, la dividieron en partes "exactamente iguales", y el amigo murió por sobredosis.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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