El Parlamento francés discute una ley 'anti-guetos'
El Parlamento francés comenzó ayer a debatir una ley presentada por el Gobierno como un intento de impedir que los suburbios de las grandes ciudades se conviertan en explosivos guetos raciales. Mientras los diputados iniciaban la discusión de esa ley, miles de muchachos se manifestaban en silencio por las calles de una ciudad dormitorio parisiense, para protestar por la muerte en una comisaría de un chico magrebí de 18 años.
La muerte de Aissa Ihich dio una dimensión trágica al debate parlamentario. El pasado fin de semana, el joven magrebí había sido detenido en uno de los numerosos enfrentamientos que en diversos suburbios franceses opusieron a policías antidisturbios y bandas de jóvenes. Aissa Ihich falleció en la tarde del pasado lunes en la comisaría de Mantes-la-Jolie. La versión oficial es que el joven, asmático, sufrió una crisis cardíaca. La familia del muchacho responsabiliza a la policía de esa crisis.Millares de jóvenes recorrieron en la mañana de ayer las calles de Mantes-la-Jolie exigiendo luz sobre las circunstancias de la muerte de Aissa Ihich. La marcha partió del liceo Saint-Exupery, en el cual estudiaba el fallecido, y se desarrolló sin incidentes.
Para evitarlos, las autoridades habían vaciado de policías las calles de esta ciudad dormitorio. En paralelo, un grupo de jóvenes efectuó una sentada delante de la comisaría donde falleció Aissa Ihich. Esos jóvenes fueron recibidos por el comisario y el alcalde socialista de la localidad, Paul Picard. Éste manifestó haber informado personalmente del asunto a la primera ministra, Edith Cresson.
Medicinas denegadas
La familia del fallecido presentó ayer una querella contra los funcionarlos de la comisaría de Mantes-la-Jolie por el presunto delito de no asistencia a persona en peligro de muerte. La Liga de Derechos Humanos reforzó los argumentos de la familia al informar que la policía había impedido que al detenido se le administraran las medicinas que había llevado a comisaría una de sus hermanas.
La gravedad de la situación llevó ayer al presidente François Mitterrand a escribir a Edith Cresson para recordarle que la lucha contra la degradación de las condiciones de vida en los suburbios es "un deber de Estado". "Es imposible llevar una existencia feliz en lugares donde reina tanta fealdad, tanto desorden, tanto paro", afirmó el presidente francés.
El derechista Robert Pandraud, ex ministro del Interior, no coincidió con ese análisis. "Si se quiere evitar un verarto caliente en los suburbios", dijo Pandraud, "lo que hay que hacer es desplegar en ellos fuerzas móviles, según el modelo de la realizado durante la guerra del Golfo" Pandraud propuso también enviar a los muchachos detenidos a "limpiar los bosques mediterráneos bajo la autoridad de oficiales del Ejército".
Cohesión social
Mientras tanto, Michel Delebarre, ministro de la Ciudad, comenzaba en el Parlamerto la defensa de su proyecto de ley de Orientación de la Ciudad. "Esta", anunció, "es una ley que rechaza la lógica del gueto. Su objetivo es recuperar lacohesión social urbana".
Delebarre reconoció que dos millones de familias viven en Francia en barrios "cuyas condicíones materiales dejan mucho que desear". Parados, trabajadores inmígrantes, mujeres divorciadas y jubilados son las víctimas de esa situación.
El paro -500.000 franceses de menos de 25 años no ejercen ninguna actividad- es la segunda gran causa de la tensión que se vive en los suburbios. Edith Cresson ha acusado directamente al sistema educativo de tener parte de responsabilidad en el desempleo juvenil. La nueva primera ministra propone ilar prioridad a un sistema de fermación profesional vinculado a las necesidades concretas de las empresas.
Desde este punto cle vista, Edith Cresson propone también resucitar masivamente la filgura del aprendiz de un oficio, lo que supone toda una ruptura con el dogma socialista de la necesidad de que todos los jóvenes estudien el bachillerato superior.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.