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Camino cree que lo mejor que hizo fue estar breve

La brevedad con que despachó al sexto toro, "un zambombo que nada tenía que ver con lo que debe ser un toro de lidia", según afirmaba Rafael Camino, fue lo rnejor de su actuación de ayer. "Pobre público", compadecía, "porque si, encima que no se divierte, te pones pesado, te arriesgas a una pitada y con razón. Yo prefiero el silencio".

El madrileño es partidario de lucirse cuando el toro se presta o de echar por la calle de enmedio si le resulta imposible: "Eso es más honrado que trapacearlo 10 minutos haciendo ver sus dificultades. La afición venteña las ve enseguida, menudos son". Admitía que su primer enemigo fue noble, pero le calificaba también de soso e incapaz de transmitir: "Por ello, en cuanto le saqué los cuatro pases artísticos que tenía lo maté".

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Para Camino, el denominado toro de Madrid debe ser como ese tercero o como el primero, con trapío pero sin demasiados kilos: "Nadie los ha protestado y dentro de sus sosería se dejaron pegar pases, lo que era imposible con los del marqués de Albayda y El Torreón, gordos, bastos y fuera de tipo. Con ellos se aburre el público y el torero".

Un Roberto Domínguez con pocas ganas de hablar y muchas de marcharse a Valladolid coincidía con Camino en esta valoración: "Toros así te quitan las ilusiones con las que vienes a Madrid, que siempre son máximas, y ves cómo la tarde va llegando al aburrimiento. Pero, ¿qué pqdemos hacer los toreros?". Él mismo se respondía: "Pues estar en profesional, como yo hoy, y esperar mejores tiempos, aunque si siguen saliendo toros tan fuera de tipo va a ser difícil redondear".

Oreja merecida

Ortega Cano era el más alegre de la terna merced a la oreja que cortó, "sinceramente con toda justicia, pese a algunas minoritarias protestas, que respeto, pero no comparto", señalaba de entrada. Sus merecimientos para ese trofeo los resumía así: "Le he dado muletazos muy bellos y variados con la derecha, mientras que por la izquierda le saqué una tanda, los únicos que tenía, y lo he matado a la primera".

Al quinto lo calificaba de prenda y, al igual que Camino con el que cerró plaza, justificaba su brevedad, aunque por otras razones: "Pues la verdad es que no pensé en el público, sino en mí, por eso me lo quité de encima rápido y le entré a matar como pude, porque me exponía a una voltereta tonta o un percance, para nada. Por fortuna, en mi caso, la brevedad no ha sido lo mejor de mi feria".

Terminaba indicando que lo mejor había sido el buen toreo que destiló en sus dos tardes, por lo que poco le importaba haber cortado sólo un trofeo, y con protestas: "Ni a mí ni al buen afícionado le engañan las estadísticas. Lo fundamental es el recuerdo de la belleza creada frente al toro, y de eso sí que puedo presumir".

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